Un grupo de pescadores deambulaba el pasado miércoles 28 de octubre a 30 kilómetros de Napier, la ciudad de Nueva Zelanda. Mientras disfrutaban de la calma del agua, se toparon con un cardumen de orcas que parecían alteradas. Sin dudas, algo no andaba bien. Y ellos se acercaron para asegurarse de lo que ocurría. Pues se encontraron con que una orca bebé estaba atascada entre una red de pesca y una boya.
Inmediatamente los pescadores comenzaron un operativo para desenredar la red y liberar al pobre animal marítimo. Pero mientras se encargaban del rescate, notaron algo insólito. La madre de la criatura no se había alejado en ningún momento, sino que se había quedado para brindarle apoyo y compañía a su cría.
A medida que los hombres cortaban las cuerdas, la mamá orca empujaba a la menor para hacerle saber que ella estaba ahí. Además, se supone que su instinto materno le ordenaba ayudar desde el agua a los pescadores en el barco. Y lo lograron. En tan solo cinco minutos, el gigantesco pez ya estaba libre.
Según los expertos, no hubiese sobrevivido de no haber sido por la ayuda de los pescadores ya que hubiese sido imposible que se libere por sus propios medios. De esta manera, una fortuna que ellos hayan estado allí en ese preciso momento para salvarle la vida a una criatura.
Minutos más tarde, el cardumen se dirigió rumbo a las orillas de Napier.