El último trimestre del año suele ser una época en la que todo sucede de manera fugaz; esos últimos meses se van, con frecuencia, sin que nos demos cuenta. Se hacen las recapitulaciones correspondientes, se celebra lo bueno y lo no tan bueno y listo, se pasa a lo que sigue. Sin embargo, este fin de año será particular, la pandemia y sus rebrotes, el inminente regreso al confinamiento y los cambios en la dinámica social que ello ha traído nos dejan con un cierre agridulce y distinto al que acostumbramos.
A la víspera del fin de año, el panorama nacional es poco menos que convulso. Por un lado, tenemos la turbulenta elección por la dirigencia de Morena -que aún no se resuelve- y el triunfo del PRI en Hidalgo y Coahuila; por el otro, la extinción de 109 fideicomisos -entre ellos algunos relativos a investigación y defensa de derechos humanos-, la detención a cargo de la DEA del ex secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos y la renuncia de Alfonso Durazo a la SSP… Pero vamos por partes.
Sin duda, el conflicto interno del partido en el poder se traduce en un episodio degradante para la política nacional, revelando así que, el movimiento fundado por López Obrador carece de todo andamiaje o estructura institucional. Esta disputa, algunas malas decisiones en materia económica y política, aunado al escozor que el presidente provoca en ciertos sectores que nunca han simpatizado con su proyecto político, están empezando a cobrar factura, la reciente victoria del PRI en Coahuila e Hidalgo son prueba de ello.
Por otro lado, la polémica decisión de extinguir 109 fideicomisos -algunos de ellos de capital privado- bajo el argumento de que había corrupción y opacidad, deja en el limbo a artistas, científicos y deportistas que dependían de esos recursos para poder, no solo llevar a cabo sus actividades profesionales, sino vivir. No queda claro aún de qué forma y bajo que mecanismos se seguirán entregando dichos recursos, pese a la insistencia del presidente en que los supuestos afectados seguirán recibiendo apoyo.
La parte escabrosa del acontecer nacional en días recientes tiene que ver con la captura del general Cienfuegos, y todo lo que ello implica. Sus efectos colaterales ya empiezan a hacer mella en la clase política nacional. La renuncia de Alfonso Durazo a la SSP -se postulará para gobernador de Sonora- cuya gestión ha dado pobres resultados en materia de seguridad, sin duda puede ser un síntoma de ello y deja muy mal parada a la actual administración, que ya de por si comienza a verse rebasada por la realidad.
En 2021 México se juega muchas cosas; elecciones intermedias -las más grandes de la historia-, recesión económica y el COVID-19 que no da tregua son sólo algunos de los obstáculos que nos depara el siguiente año, sin embargo, y como ha sucedido en otras crisis, la madurez, compromiso, valor y fortaleza de los mexicanos y de algunas de sus instituciones deben imponerse. Es labor de cada uno de nosotros que el ímpetu por enfrentar los tiempos adversos prevalezca. Es por todos, es por México.