México ha sido un país que sin importar el partido que gobierne, en muy pocas ocasiones el presidente ha sido frenado o ha sentido los contrapesos del Poder Legislativo, del Poder Judicial, y ahora de los Partidos Políticos o de la Ciudadanía.
Para retomar un poco la historia, el Expresidente Ernesto Zedillo se enfrentó a un Congreso donde el PRI no tenía la mayoría absoluta para aprobar todo lo que quisiera; 68 del dominio priista sin freno y contrapeso.
Posteriormente, los Expresidentes Fox y Calderón, sufrieron por lo mismo; al no tener la mayoría absoluta en el Congreso, se vieron obligados a negociar con el PRI y el PRD su proyecto de nación; quizá desde ahí, ya se venía armando el famoso Pacto por México.
De la misma forma, el Expresidente Peña ni tuvo una mayoría absoluta; sin embargo, tuvo grandes operadores políticos en ambas bancadas para poder transitar las reformas estructurales.
Para ejemplificarlo en el tiempo, tuvieron que pasar 68 años de supuesta democracia y desarrollo del país, para que un Presidente tuviera frenos y contrapesos en el Poder Legislativo.
A partir de esa fecha, México transitó por un periodo de 24 años donde el Presidente tuvo limitantes en sus acciones por el Poder Legislativo y muy pocas veces en el Poder Judicial.
Sin embargo, ahora el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene:
1) La mayoría absoluta en la Cámara de Diputados;
2) La mayoría en la Cámara de Senadores; y
3) La Suprema Corte de Justicia de la Nación (con la consulta de enjuiciar a los Expresidentes);
4) El Tribunal del Poder Judicial de la Federación (donde se aceptan partidos con claras intervenciones gremiales y donde México Libre no respetó parte de las normas – si sabían los alcances del Gobierno debieron cuidar todo el trámite al máximo y respetar las reglas del proceso).
Respecto al Congreso, claro que está bien, por eso votó la gente; nadie puede negar que la moda de ser “lopezobradorista”, llegó en 2018 y que ha perdido fervor, pero ahí sigue.
Pero, si bien es cierto, ningún Presidente puede meterse con el Poder Judicial; sin embargo, ¿por qué algunos Ministros y Magistrados no han podido apegarse a la legalidad en sus resoluciones?, es claro, algo deben y algo temen.
Sí hay casos de Magistrados que emiten resoluciones para detener el tren maya (y no porque detenerlo este mal, está mal si viola la ley), u otros, que han declarado inconstitucional las intervenciones de la Guardia Nacional; al parecer, ahí están las autoridades más confiables, que no le temen a nada.
Decía una frase de una historieta de Superhéroe “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad” (para los que no la identifiquen, eso le dijo el Tío Ben a Peter Parker – El Hombre Araña); por ello, el poder del Presidente y acreditado y ganado en las urnas, tiene toda la credibilidad y también toda la responsabilidad.
La “división de poderes”, no es una vacilada que te enseñan en las ciencias sociales; Montesquieu decía: “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; … el poder detenga al poder”.
Lo anterior significa que, un poder debe vigilar al otro y uno al otro no le permite excesos; pero bueno, eso en México no se ha logrado con ningún Presidente.
Y por qué no se ha logrado, pues Jorge Carpizo lo explicaba en su libro de “El Presidencialismo mexicano (1978)”, por los vicios que persisten en los poderes constitucionales y que han sido generado por la mala política mexicana.
El problema de México decía Carpizo y que comparto en medida, es político y no constitucional; y lo comparto por partes; porque hoy, si hubiera disposición, existirían reformas para que los legisladores tuvieran un título profesional, existiera una carrera profesional para ser servidor público, hubiera vigilancia a las decisiones de los jueces, magistrados y ministros, entre otras.
Pero, hay algo que todavía ningún presidente y ningún poder puede controlar, es el pueblo para el pueblo; nosotros tenemos los derechos y obligaciones legales para pedir a los legisladores limitantes legales; nosotros podemos decir que sí y que no a los abusos de la administración pública; y también, impulsar la llegada de mujeres y hombres a vigilar las acciones de la autoridad judicial.
No más resoluciones a favor de alguien de notaria improcedencia, no más leyes a modos para unos y no más una administración para militantes de un partido.
El proyecto de nuestros Gobiernos somos todos.
No es algo nuevo, el artículo 49 de nuestra Constitución lo dice “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola persona o corporación”.
Mario Alberto Zapata Barajas