El 11 de agosto de 2020, el subsecretario de Salud López-Gatell, en la conferencia mañanera de AMLO, anunció que México ha logrado obtener una curva epidémica plana. Finalmente, agregaría yo. También afirmó que no existe una curva epidémica única para todo el territorio nacional, lo cual es coherente. Señaló que hay 15 entidades que presentan un patrón de ocurrencia a la baja, mientras que 17 están en un periodo de estabilización, lo cual quiere decir cualquier cosa, menos que estén presentando ocurrencia a la baja.
En realidad, lo que López-Gatell dice es que se ha confirmado una desaceleración en la tasa de crecimiento creciente de contagio del COVID 19, a nivel nacional.
El 18 de julio de 2020, yo publiqué un artículo en academia.edu titulado: “Mexico and Covid 19: Apocalypse Cancelled (Not)”, en el que afirmo, entre otras cosas, que mi investigación, de manera preliminar, indicaba una desaceleración de las tasas crecientes de letalidad y contagio del COVID 19 en México, a partir del 1 de julio. Dicha tendencia se ha mantenido hasta el 9 de agosto.
Pero, ¿qué es una tasa de crecimiento decreciente y por qué es importante? Bueno, imaginemos un automóvil que acelera el 10% de su velocidad original cada 5 minutos. Si en el minuto 0 su velocidad es 100 kms/hr, en el minuto 5 será 110 kms/hr, en el minuto 10 será 121 kms/hr y en el minuto 15 será 133 kms/hr. Para el minuto 20, a una tasa de aceleración de 10%, su nueva velocidad tendría que ser 146 kms/hr… Pero se observa que su velocidad en el minuto 20 es de 144 kms/hr y que para el minuto 25 su velocidad es 153 kms/hr. Esto es, no obstante que entre los minutos 15 y 25 su velocidad sigue aumentando, el automóvil va desacelerando su velocidad, esto es, la velocidad ya no crece al mismo ritmo, no obstante sigue creciendo (de 133 a 144 a 153 kms/hr, en lugar de 133 a 146 a 161 kms/hr).
Estas estimaciones son importantes porque si esta tendencia continúa su marcha, tarde o temprano se alcanzará una velocidad constante y eventualmente el automóvil parará su marcha, aunque esto, al menos teóricamente, tome una infinidad de tiempo. Lópéz-Gatell se refiere a ese momento en el que el carro mantiene una velocidad constante como el aplanamiento de la curva de contagio, esto es, el contagio sigue, pero a una tasa cero o negativa de aceleramiento. Más adelante en el tiempo, la velocidad de contagio comenzaría a disminuir en un futuro, esperemos que cercano. En una pandemia, el proceso de aplanamiento de la curva comienza con una desaceleración de la tasa de crecimiento de su contagio, lo que generalmente se traduce de manera posterior en una tasa de crecimiento decreciente de defunciones.
Mi investigación muestra que la desaceleración del crecimiento de la tasa de letalidad en México comenzó desde el 1 de julio, aproximadamente. La desaceleración de la tasa de contagio habría comenzado un poco antes, desde la segunda o tercera semana de junio.
Ojo, aquí no estamos hablando de números absolutos de contagiados o muertos, ni de números relativos de contagios, por ejemplo número de muertos o contagiados por cada 100, 000 habitantes. Aquí estamos hablando de comportamiento de tasas de crecimiento, en este caso positivas y en desaceleración.
Entonces, ¿el buen amigo López-Gatell tiene razón? Well, not so fast, cowboy…
Primero tenemos la validez de las cifras oficiales. Mi investigación se basa en números publicados por el gobierno federal, principalmente número de muertos y contagiados. Existe consenso en medios de comunicación profesionales a nivel nacional e internacional que las cifras en esos dos rubros están subestimadas. Esto es, que hay más contagiados que los estimados por el gobierno federal y más muertos por COVID 19 que los registrados por el gobierno federal. El cálculo que expongo en el artículo antes citado es que en realidad existen 2.7 veces el número oficial de contagiados. Otro autores lo sitúan entre 2.8 y 3.8 veces.
Independientemente del consenso entre investigadores y medios profesionales sobre la subestimación de las cifras, otras preguntas interesantes al respecto son: ¿Qué cifra está más subestimada? ¿La de los contagiados o la de los muertos? ¿O están ambas cifras subestimadas en aproximadamente la misma proporción? ¿Qué implican las respuestas a estas preguntas?
Razonemos.
Si la cifra de los contagiados está más subestimada que la de los muertos, entonces el índice de letalidad es mayor al oficialmente estimado. Si la cifra de muertos está más subestimada que la cifra de contagiados, el índice de letalidad es menor al oficialmente estimado. Si ambas cifras están igualmente subestimadas, entonces el índice de letalidad no cambia. Aquí hay que tomar en cuenta que, por un lado, México posee uno de los menores números de pruebas por cada 100,000 habitantes en el mundo y que, por otro lado, es más fácil contabilizar el número de muertos con relativa veracidad, aunque en México las cifras de los muertos que mueren sin prueba alguna de COVID 19 (en hospital o en casa o en la calle o en el taxi y que, por lo tanto, quedan fuera de las estadísticas oficiales) aparentemente son significativas. Entonces se puede afirmar con relativa certeza que lo más probable es que el primer escenario sea cierto: la tasa de letalidad es mayor a la estimada.
Si esto último es cierto, entonces estamos en realidad en una especie del peor de los mundos más o menos tenebrosos y bastante nebulosos. De acuerdo a estadísticas ofrecidas por la Universidad Johns Hopkins, y considerando los diez primeros lugares mundiales en muertos, en cifras absolutas: 1. Subestimada la cifra o no, más de 53,000 muertos nos garantizan un tercer lugar mundial en términos absolutos y un octavo lugar en términos relativos (muertos por cada 100,000 habitantes) 2. En términos de contagio el asunto es parecido. En números absolutos, con más de 485,000, ocupamos el cuarto lugar mundial y en números relativos ocupamos el noveno. 3. Nuestra tasa de letalidad real bien le podría estar disputando los primeros lugares a Gran Bretaña e Italia (alrededor del 14-15%), en lugar del 10.9-11.1% mostrado en los últimos 15 días.
En realidad, urge que la tasa de contagio se aplane. De acuerdo a los datos de López-Gatell esto ya está sucediendo. De acuerdo a mis cálculos, también. Aunque… para las fechas de 9-11 de agosto mi modelo muestra que la tendencia se acaba de revertir, esto es, la tasa de crecimiento ya no se desacelera, sino que nuevamente se acelera, tal y como sucedió durante el periodo 20/04-30/06.
De todas formas, mi experiencia me dice que la mejor fecha para saber lo que sucedió en agosto, es la primera semana de septiembre, por lo menos. Picos de cambio como se observan actualmente también se observaron en los periodos 2-4 de mayo y 12-14 de junio, nada más que fueron picos que mostraban desaceleración en medio de un mar de aceleración. Yo estimo que por lo menos se requiere que la nueva tendencia se mantenga 10-15 días en las estadísticas, para considerarla en realidad una nueva tendencia.
A México no le va bien con esta pandemia, estar en los primeros diez lugares de cualquier categoría importante de medición mundial de COVID 19 no es bueno (los otros nueve países son, en función del número absoluto de muertos: Estados Unidos, Brasil, Gran Bretaña, India, Italia, Francia, España, Perú y Colombia). Por el contrario, está del cocol. Un escenario en el que hubo una desaceleración durante julio y una parte de agosto, para retomar nuevamente tasas de crecimiento aceleradas en cuestión de contagios y muertes, definitivamente son malas noticias. Y haría mucha lógica con toda la desorganización y problemática que actualmente hay en el país: gobernadores de la oposición vs López-Gatell; AMLO haciendo caso vago o nulo de las recomendaciones de López-Gatell; López-Gatell contradiciéndose, sin admitir sus errores e inundado de recomendaciones tibias; bajo nivel de pruebas de COVID 19 a nivel mundial; la población mexicana con enormes retrasos en el cuidado de su salud y con una pésima educación en términos generales; el crimen organizado tremendamente activo; niveles de corrupción de campeonato; una infraestructura de salud pública en ruinas; una economía en recesión y avistando territorios de depresión; cifras felices gubernamentales por todos lados; niveles de pobreza en plena aceleración; un ejército de desempleados a la orden; pocas entidades federativas le hacen caso al triste semáforo…
Me queda claro que con el COVID 19 ningún país la libra dignamente o casi ninguno, por más hechos que se expongan en ese sentido o se intenten manipular en su exposición. También me queda claro que los países y gobiernos del tercer mundo la tienen más difícil que los del primer mundo en todos los sentidos. Finalmente, también es cierto que muchos de los problemas que arriba se mencionan no son resultado de la llegada al poder de la 4T, al contrario, son el resultado directo de un capitalismo voraz y corrupto que se aplicó impecable e irresponsablemente al país por más de 36 años.
Pero, el actual gobierno, conforme comete errores y no corrige el rumbo, pues empeora las cosas. Desestimar a los medios por dar cifras de muertos, no aceptar críticas de ningún tipo, o no tomar medidas concretas para tener cifras más confiables y canalizar recursos escasos a los lugares que en realidad necesitan un mayor auxilio en el combate a la diseminación del COVID 19 y así evitar un mayor número de muertos (elevar el número de pruebas a nivel nacional, utilizando modelos muy sencillos de estadística, podría resolver el problema relativamente rápido), esos son grandes errores. Estar en los primeros lugares en el club de los más afectados a nivel mundial es más que suficiente para ponerse las pilas… Pero ya. En tiempos de crisis graves, dentro del Estado-nación, le corresponde al gobierno federal poner orden, coordinar esfuerzos y unir a la sociedad para salir adelante. La mejor manera es empezar por poner el ejemplo y yo no veo que eso suceda.