Arrinconado por una crisis de múltiples frentes, en una posición que las encuestas reflejan como una especie de referéndum sobre su presidencia (su aprobación según la prestigiosa encuestadora Gallup se desplomó a mínimos históricos del 39%), el presidente Trump ha tratado esta semana de replantear su argumento en torno a la economía. Durante unos días, Wall Street ha mostrado ganancias, que incluyen un máximo histórico en el índice NASDAQ; e incluso hubo un repunte en los mercados laborales, en medio de la recesión y de cifras históricamente altas de desempleo, provocadas por la mala gestión de la pandemia.
Pero la realidad es que, a pesar de que Trump vocifera que Wall Street está rugiendo, los mercados de valores aún no han mostrado una tendencia de crecimiento sostenible, sino más bien una volatilidad continua con alzas puntuales que ofrecen oportunidades especulativas, dadas las preocupaciones sobre una segunda ola de COVID-19, entre otras distorsiones económicas creadas por las políticas erráticas de comercio internacional de Trump, así como el impacto del déficit fiscal creado por los recortes de impuestos que introdujo (el déficit fiscal creció de 2.8%, en 2015, a 4.8% del PIB en 2020). Estas limitaciones fiscales dificultan el margen de maniobra, así como la sostenibilidad de los esfuerzos de recuperación económica.
Por otro lado, el desempleo se mantiene en el 13,8%, pero en niveles de récord histórico de cesantía laboral para latinos y afroamericanos, grupos demográficos gravemente afectados por el coronavirus. Solo para explicar esta situación multicausal, uno puede considerar el alto desempleo latino como consecuencia directa de la mediocre instrumentación del Programa de Protección de Nóminas (PPP) de la Ley CARES (contentiva del programa de estímulos económicos ante la pandemia). De hecho, el PPP solo alcanzó al 12% de las pequeñas empresas latinas, según una investigación realizada por la reconocida ONG Unidos US. Dado que la mayoría de las pequeñas empresas latinas tienen propietarios únicos (o son emprendimientos de propiedad o gestión familiar), que contratan a un número importante de hispanos, el impacto de este fracaso de la administración Trump tiene consecuencias severas y duraderas, para los latinos y las comunidades vinculadas a sus pequeñas empresas familiares.
Un factor críticamente crucial es la comprensión de que las personas más expuestas, e infectadas por COVID-19, eran trabajadores esenciales, la mayoría de ellos latinos y afroamericanos, cuyos salarios y seguridad económica, así como la protección de la salud, son mínimos. Tal vulnerabilidad e inequidad, expuestas por la pandemia, ha hecho que muchos, con excepción del gobierno de Trump, se den cuenta de cuánto le debemos a aquellos que calificamos de “trabajadores esenciales”; y aún así siguen siendo mal pagados, con el Partido Republicano (y el presidente Trump) bloqueando durante años un aumento del salario mínimo federal y otras garantías sociales para los trabajadores esenciales, incluyendo mejoras para la compensación del personal paramédico y quienes están en la primera línea de seguridad y socorrismo. Una de las prioridades, de cara al futuro, es diseñar leyes laborales que eleven la seguridad económica para los trabajadores esenciales, categoría que abarca, en realidad, a toda la clase trabajadora de Estados Unidos, sin cuyo aporte continuado en sectores estratégicos durante el confinamiento sanitario, hubiero sido imposible garantizar la seguridad alimentaria del país, así como la atención de los enfermos.
Finalmente, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha enterrado, en su cementerio legislativo, los segundos paquetes de estímulo presentados por legisladores demócratas, algunas de esas propuestas con apoyo bipartidista, después de la Ley CARES. Esto hace que las perspectivas de la economía sean inciertas y totalmente dependientes de la política de tasa de interés cercana a cero, impulsada por la Reserva Federal, una medida necesaria pero incompleta dado que beneficia principalmente a aquellos con buena calificación crediticia, pero no contempla a aquellos que se encuentran bajo estrés financiero ni a pequeñas empresas propiedad de minorías, que enfrentan dificultades de inclusión financiera.
Desde su rincón, Trump agita trapos rojos con el propósito de desviar el debate hacia otra cosa. La que sea. Y busca exagerar los altibajos del mercado de capitales como atisbos de recuperación económica y, sobre todo, de evadir el desastre que ha constituido su manejo de la pandemia y el doloroso saldo que ha supuesto para la nación.
@lecumberry
Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de Cadena Política.