La CEPAL, plantea que en todos los países de la región la pobreza va a crecer producto del COVID-19, pero en México, junto con Argentina, Ecuador y Nicaragua, lo hará en forma más dramática. ¿Qué lo explica en el caso de nuestro país?
Hay razones estructurales y otras relacionadas con la nula o marginal reacción del gobierno ante la dimensión de la crisis provocada por la pandemia con sus consecuencias en la economía y en la afectación de la vida de los sectores más desprotegidos de la población.
El COVID-19 hizo evidente que no existe un sistema de protección social de la población, que vaya más allá de algunos programas sociales de carácter clientelar. Esto plantea la necesidad, de una vez por todas, de implementar el Ingreso Básico Universal (IBU). A esto se añade que ninguno de los actuales programas sociales está destinado a quienes perdieron el empleo.
Influye también la contracción de la economía desde 2019 con un crecimiento de menos 0.3 %, que en 2020 será de menos 10 % del PIB. En la caída influye la pandemia, pero también, eso estaba dado con anterioridad, las decisiones ideológicas del presidente en materia económica que desalientan la inversión privada que representa el 85 % del total de la misma y es la gran generadora del empleo en el país. Se añade también la caída de las remesas, por la crisis en Estados Unidos.
Ante la pandemia, el gobierno no reaccionó con agresivos programas de apoyo a la conservación del empleo. A los desempleados los dejó solos. Esto al negarse a destinar recursos extraordinarios en apoyo a las empresas grandes, medianas y pequeñas, para que mantuvieran los empleos mientras ocurría la suspensión de actividades económicas, por razones sanitarias. México, por posturas ideológicas del presidente, es el país de la región que menos recursos invirtió en programas de apoyo en proporción del PIB. El mandatario de manera equivocada planteó que apoyar a las empresas era hacerlo con los ricos. A quien desprotegió fue a los trabajadores.
El presidente se negó de manera sistemática a todas las recomendaciones, nacionales e internacionales, que le plantearon tomara créditos de la banca internacional para financiar nuevos programas sociales en apoyo a las personas afectadas económicamente por la pandemia y también, para la conservación del empleo. Esto lo hicieron prácticamente todos los países de la región con excepción de Venezuela y Nicaragua. En días recientes, a destiempo, el gobierno contrajo un crédito de mil millones de dólares con el Banco Mundial. No queda claro cuál es su destino final.
A todo lo anterior hay que añadir, está a la base del aumento de la pobreza más que en otros países de la región, la ideología y la actitud de negación del presidente. Desde un inicio minimizó las dimensiones del impacto de la pandemia en la salud y la economía. Y se niega sistemáticamente a reconocer la caída de la economía, el aumento del desempleo y de la pobreza. Eso hace imposible plantear políticas públicas para enfrentar estos problemas, que para él no existen. Tiene otros datos.
Twitter: @RubenAguilar
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