POR MARTHA ANAYA
Desde la 4T vieron en el nombramiento de Lozano el intento de inicio de campaña de Gustavo de Hoyos
El desaguisado que se armó ayer con el (efímero) nombramiento de Javier Lozano como “Vocero especial de la Coparmex para la Defensa del Estado de Derecho” ha sido interpretado de muy distintas maneras.
Pero de la que nadie duda es que fue un grave error de Gustavo de Hoyos.
Comencemos por lo que piensa el afectado inmediato –además de la Coparmex-, el propio Lozano:
De entrada, diría el ex Secretario de Trabajo, muestra que el Presidente de la Coparmex “mostró muy poco carácter” ante las presiones de sus propios agremiados.
“Si no puede procesar internamente el nombramiento de una vocería….”, exhibiría.
En otras palabras, el lance que pintaba “audaz” y “bronco” por parte del líder empresarial, terminó más bien exhibiendo su propia debilidad. Debilidad en lo personal (falta de carácter) y debilidad en capacidad y mando al interior de la propia Confederación Patronal.
¿Qué pasó? El lío comenzó dentro de la propia Coparmex apenas se enteraron del nombramiento. Unos descalificaron a Lozano como vocero por su estilo “frontal”; otros sostuvieron que tal designación significaba una “declaración de guerra” abierta contra el Presidente de la República.
Algunos empresarios podrán estar muy molestos con Andrés Manuel López Obrador, pero de ahí a dinamitar puentes y declararle la guerra…, pues tampoco (no hay que olvidar, además, que el Gobierno está por proceder contra los 15 grandes empresarios deudores. Ayer mismo lo reiteró el tabasqueño en la mañanera).
Los poderosos se hicieron sentir. En menos de 12 horas obligaron a Gustavo de Hoyos a dar marcha atrás en su “nombramiento”.
El comunicado al respecto, que quiso buscar una salida semipresentable para Lozano, resultó todavía más humillante para el ex Senador.
Un desastre, pues, por donde se le vea…
Gustavo de Hoyos quedó muy raspado en su liderazgo y en su imagen: esa que aparenta ser la de un gran luchador, pero que en la primera batalla dobla las manos.
Desde el Gobierno de la 4T, como podrán suponer, disfrutaron enormemente lo sucedido. Y los disfrutaron por partida doble:
Por un lado, vieron en el nombramiento de Lozano –además de una afrenta personal- el inicio de campaña de De Hoyos, de los empresarios afines a él (y del propio Felipe Calderón y su partido).
No tardaron en responder (con esos instrumentos profundos y silenciosos de todo Gobierno), tirándolos en el primer round.
Por otro, se regocijaron de la revolcada y el fuera de juego ipso facto que se llevó Javier Lozano (ex colaborador de Calderón, no hay que perder eso de vista) y uno de los críticos más rudos de Andrés Manuel López Obrador.
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