El Papa Francisco, al celebrar la misa en la Casa Santa, invitó a no olvidar la gracia de la salvación gratuita ya que aseguró que “la medicina contra la dureza del corazón es la memoria y compasión”.
La reflexión para una nueva acción y decisión es trascendetal para los seres humanos, por ello el papa señaló que, ” Cuando el corazón se vuelve endurecido, cuando el corazón se endurece, se olvida… Se olvida la gracia de la salvación, se olvida la gratuidad. El corazón duro lleva a disputas, lleva a guerras, lleva al egoísmo, lleva a la destrucción del hermano, porque no hay compasión.
” Dios ha tenido compasión de nosotros. Ese estribillo del Evangelio, cuando Jesús ve a una persona, una situación dolorosa: ‘tuvo compasión’. Jesús es la compasión del Padre; Jesús es la bofetada a cada dureza del corazón”. agregó el Santo Padre.
Asimismo, hizo referencia al pasaje del Evangelio de San Marcos, en la cual se muestra la enseñanza de Jesús cuando los discípulos se preocupan por no tener pan. Entonces aclaró la diferencia entre un “corazón endurecido” como el de los discípulos y un “corazón compasivo” como el del Señor, que muestra su voluntad.
Por ello, hizo énfasis en la relevancia de ser compasivo, “La voluntad del Señor es la compasión: ‘Misericordia quiero, no sacrificios’. Y un corazón sin compasión es un corazón idólatra, es un corazón autosuficiente, que va hacia adelante sostenido por el propio egoísmo, que se vuelve fuerte solamente con las ideologías”, dijo el Papa.
Por otra parte mostró comprensión a la humanidad al mencionar que“Cada uno de nosotros tiene algo endurecido en el corazón. Hagamos memoria y que sea el Señor quien nos dé un corazón recto y sincero, como hemos pedido en la oración colecta, donde vive el Señor”, por ello, el santo padre añadió que “en los corazones duros no puede entrar el Señor; en los corazones ideológicos no puede entrar el Señor. El Señor solo entra en los corazones que son como su corazón: los corazones compasivos, los corazones que tienen compasión, los corazones abiertos. Que el Señor nos conceda esta gracia”.
Creando consciencia para una vida plena con amor, Francisco culminó diciendo: “Debemos pedir al Señor la gracia de tener un corazón “no ideologizado”, es decir endurecido, sino más bien “abierto y compasivo” ante lo que sucede en el mundo porque en el juicio final seremos juzgados por las obras de misericordia.