La oleada de incendios que padece el este de Australia, que han convertido el aire de Sídney en uno de los más contaminados del mundo y devastado cuatro millones de hectáreas, además de provocar la muerte de nueve personas, se alza como un símbolo del poder destructivo del cambio climático, a la vez que ha dejado en evidencia la incapacidad de algunos gobernantes para hacer frente al mayor reto global al que se enfrenta la humanidad.
El primer ministro, el liberal Scott Morrison, se ha convertido en blanco de críticas por su pobre política medioambiental y por su defensa de los combustibles fósiles, de los que Australia es uno de los máximos exportadores mundiales.
Aunado a esto un estudio realizado por la BBC calcula que sólo en los tres millones de hectáreas que se han quemado en Nuevo Gales del Sur en los últimos 10 días, es probable que hasta 480 millones de mamíferos, reptiles y aves hayan resultado directamente afectados por los incendios. Así mismo se calculó que en promedio hay 17.5 mamíferos, 20.7 aves y 129.5 reptiles por hectárea (una hectárea son 10,000m2: aproximadamente la medida del largo de una cancha de fútbol).
Además de víctimas humanas mortales que suman 12, los fuegos han provocado evacuaciones, destrucción del patrimonio forestal y representan una amenaza para la supervivencia de especies animales protegidas, como los koalas, todo ello sin contar los daños económicos. En Sídney, a causa del humo, el aire se ha convertido en veneno y durante 30 días la contaminación ha superado los niveles tolerables. La crisis que padece Australia debería representar un aldabonazo para todos los gobiernos que niegan el cambio climático o se quedan de brazos cruzados. Esta oleada de incendios forestales se ha convertido en otra muestra clara de que los devastadores efectos del cambio climático no son un problema del futuro, sino del presente.
Los incendios forestales en Australia son una lección super importante y es que cualquier fenómeno meteorológico debe atenderse de inmediato o rebasará lo habitual: el mundo ya no es el mismo.
Ciertamente los expertos están de acuerdo en que estos incendios representan un catastrófico comienzo para lo que ya se veía -debido al cambio climático- como un sombrío futuro para la flora y fauna australianas. Y es que los incendios forestales no sólo queman a los animales, sino que crean eventos de hambrunas. Las aves pierden sus árboles de reproducción y las frutas e invertebrados que los alimentan.
El clima se ha vuelto extremo como resultado del calentamiento del planeta. Si no frenamos el cambio climático, pasará lo que ahora en Australia: ante eventos extremos, morirán primeramente los animales; las migraciones crecerán, habrá inundaciones extremas, tormentas de fuego crearán incendios imposibles de extinguir, el aire se contaminará aún más y eso creará un efecto invernadero de magnitudes colosales que calentará más al planeta… y llegará la sexta extinción masiva.
Hay algo que podemos hacer. En el ámbito individual podemos dar un ejemplo y dialogarlo con quienes lo cuestionen: no usar botellas, popotes o bolsas de plástico, no consumir carne de puerco o res, sembrar, cuidar el agua, no desperdiciar nada Y SOBRE TODO ACTUAR EN LAS REDES SOCIALES HACIENDO CONCIENCIA Y EN LA VIDA COTIDIANA.
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