¿RECICLADOS O RESUCITADOS? – Homilía XXXIV Domingo Ordinario

24 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo rey del universo
Homilía XXXIV Domingo Ordinario
Sacerdote Daniel Valdez García

Te saludo con alegre entusiasmo por el pronto inicio del nuevo año litúrgico.

Debo decirte que la fiesta de hoy tiene su origen en el 11 de junio de 1914 en que se consagró a todo Mexico como servidor de Cristo Rey. Once años después, inspirado en los mexicanos, el papa Pío XI, decreta dicha fiesta para la Iglesia universal. Y será el Papa Pablo VI quien la eleve a solemnidad en 1969 para cerrar con el último domingo el año litúrgico o eclesiástico, como es el caso de hoy.

Para proponerte la reflexión de este día he elegido el método clínico. El cual nos refiere como síndrome el conjunto de signos y síntomas de una persona. Seguramente que has ido al médico y revisa tus signos externos como son el pulso, la temperatura, la presión arterial, la sudoración, la distensión del intestino, etc. Y te pregunta acerca de lo que sientes, por ejemplo somnolencia, fatiga, ansiedad, miedo, etc, y esos son los síntomas.

Las de la misa de hoy son: 2 Samuel 5, 1‑3; Colosenses 1,12-20 y Lucas 23, 35-43.

El pueblo de Israel vivía bajo las decisiones no tan acertadas de Saúl su primer rey quien desobedeció a Dios, por lo cual el profeta Samuel fue enviado por Dios a Belén para consagrar a David como “rey según el corazón de Dios”. Y ya en la madurez los ancianos de Israel hicieron un pacto con él y lo ungieron como rey de Israel. Hasta ahí lo medular de la primera lectura.

San Pablo, en su carta a los Colosenses, con el himno da el pleno cumplimiento del reino de Dios en su Hijo Jesucristo, y usa dos verbos: “nos ha SACADO de las tinieblas TRASLADÁNDONOS al reino del Hijo de su amor, porque en él reside toda plenitud y es cabeza del cuerpo que es su Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.”

Y en cuanto al pasaje del evangelio tomado de san Lucas, éste nos lleva hasta la crucifixión de Jesús burlado como rey de los judíos. Su trono es la cruz, su corona es de espinas, sus manos y pies clavados en una cruz, su decreto es de silencio y no pierde La Paz, y desde esa situación y lugar inaugura su reino con el ladrón arrepentido que se lo ha pedido. Jesús es un rey con corazón humano como el nuestro, y es el rey según el corazón de Dios para salvarnos a todos; el precio ha sido su sangre, el mérito es totalmente suyo y de su pura amorosa gratuidad.

Entonces ¿cuál es reino de Dios al que somos llamados y por el cual decimos en la oración del Padre nuestro: “venga a nosotros tú reino”?

A grandes rasgos

Los signos son: cambios muy rápidos en la humanidad, la historia va a toda prisa, el sobrecalentamiento global es real, el corazón del mundo tiene arritmias al norte envejece y al sur se rejuvenece la población. En el norte muy pocos tienen mucho y al sur muchos tienen muy poco.

Síntomas: prevalece en el común de la gente el sentimiento que les da derecho de opinar y lo hacen de manera permisiva o agresiva; muchos sienten nerviosismo y angustia ante las incertidumbres porque la creciente producción de la riqueza va acompañada de una creciente ola de riesgos. A nuevas soluciones surgen nuevos problemas.

Así es como surgiría el síndrome de una Iglesia sin Dios y una fe vana viviendo en la más absoluta y horrible miseria. Se necesita un tratamiento adecuado para que la Iglesia de Jesús no sea una oficina de servicio de culto religioso, sino una Iglesia viva, en salida y cercana a los que sufren, a los luchan y a los que con alegre convicción viven su fe plenamente entorno a la Palabra de Dios, la vivencia de los sacramentos y sobre todo alimentada por la oración como estilo de vida que da fuerza y esperanza hasta para superar los límites de la muerte; entonces el Reino de Dios brillará en medio de nosotros, porque es Cristo quien reina y no los criterios meramente humanos barnizados de sentimientos cristianos. Entonces los Ateos prácticos e intelectuales serán los primeros en cuestionar sus teorías meramente materialistas y dejarse de elucubraciones si la religión es veneno u opio para el pueblo. Porque como asegura Santa Teresa Benedicta de la Cruz: “Quien busca la verdad, busca a Dios, sea o no conscientemente de ello”.

De otro modo, cuando el ser humano pierde sentido de la trascendencia, vive bajo cielos vacíos donde espera ser reciclado en lugar de ser resucitado. Solo le queda esa espiral cíclica donde a su muerte solo deja a las nuevas generaciones proseguir un ciclo en el cual solo serán reciclados y no resucitados. El reino de Jesucristo comienza hoy, en el aquí y ahora. No es una proyección de nuestra impotencias, sino la certeza de lo que ahora pregustamos como el ladrón arrepentido y Jesús nos dice: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. Por eso decimos y lo vivimos: “Viva Cristo Rey. Que viva mi Cristo, que viva mi rey”.

 

Padre Daniel Valdez García

*El Autor es Profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Estudió Sacerdote y Especialidad en Bioética en U.A.E.M.

Estudió en el Seminario Diocesano de Toluca.

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