Los diputados Maurilio Hernández González y Nazario Gutiérrez Martínez, presidentes de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) y de la Directiva de la 60 Legislatura mexiquense; Miguel Sámano Peralta y Omar Ortega Álvarez, vicepresidente y vocal de la Jucopo, respectivamente, inauguraron la ofrenda de Día de Muertos en el Palacio Legislativo.
Maurilio Hernández recordó que la ofrenda se coloca desde la Legislatura número 53 (1997-2000), y explicó que se trata de una práctica significativa de un pueblo con tradiciones profundas en espíritu y cosmovisión, la cual es resultado de la forma de ver la vida de los mexicanos y está relacionada con el sincretismo, es decir, continuó, “con la combinación de las tradiciones más antiguas de nuestro pueblo con las tradiciones religiosas heredadas de la fusión de las culturas de las que provenimos”.
El diputado reconoció la colaboración en el montaje del altar del personal de los departamentos de Comedor y de Mantenimiento, así como de la Unidad de Eventos Especiales, dependientes de la Dirección de Recursos Materiales de la Secretaría de Administración y Finanzas del Poder Legislativo.
La inauguración de la ofrenda se llevó a cabo en presencia de los titulares de la Secretaría de Administración y Finanzas, Luis David Miranda Gómez; de la Secretaría de Asuntos Parlamentarios, Javier Domínguez Morales; de la Contraloría legislativa en carácter de encargado, Eduardo Salgado Pedraza; del Órgano Superior de Fiscalización como encargado temporal, Rogelio Padrón de León; de la Dirección General de Comunicación Social, Horacio Morales Luna; de la Unidad de Información, Jesús Felipe Borja Coronel, y de la Dirección de Administración y Desarrollo de Personal, Silvia Sepúlveda Venegas.
En el altar se colocaron platillos, como mole poblano con arroz, además de pan de muerto, mandarinas, naranjas, cañas, cacahuates, camotes, plátanos y jícamas. Lo adorna un tapete de dos metros de ancho por tres de largo, elaborado con semillas, elemento que representa la fertilidad de la tierra.
Según la tradición, la luz de las veladoras guía a las ánimas para que lleguen a sus antiguos lugares y alumbra el regreso a su morada; las flores son símbolo de la festividad por sus colores y aromas; el copal se utiliza para limpiar el lugar de los malos espíritus, para que los difuntos entren a casa sin peligro, mientras que el perrito izcuintle —o xoloitzcuintle—, ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río que es el último paso para llegar al inframundo.
Para los mexicanos ofrendar es estar cerca de los muertos para dialogar con su recuerdo y con su vida; reencontrarse con un ritual que convoca a la memoria, es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas y la gastronomía que fue de su agrado.