¿Alguna vez has escuchado el término transgénico? Hace apenas algunos años, comenzó el auge de estos productos: “En 1983 se produjo la primera planta transgénica, para el 2014, los cultivos de transgénicos se extendieron en 181,5 millones de hectáreas de 28 países”.
Son animales y plantas, que se modifican genéticamente con el objetivo de crear nuevas especies, que tarden menos en reproducirse, tengan mayor cantidad de nutrientes y sean más resistentes a los insecticidas y sequías.
De estos productos, los más explotados son la soja, maíz, alfalfa, tomates, calabaza, calabacín, azúcar, papa, pan, leche y carne.
Desde su aparición, este tipo de alimentos han sido objetivo de mucha polémica. Existen posiciones enfrentadas entre los que están de acuerdo y aquellos expertos que están en contra de su utilización.
Aquellos que se posicionan en contra defienden que la agricultura industrial que actualmente se vende como “alimentos para toda la humanidad” está causando daños irreversibles.
Muchos especialistas defienden este nuevo método, sin embargo, existen daños colaterales, y se le conoce como contaminación genética, cuando el flujo de estos especímenes se sale de control, es decir, se vuelven invasivos con otras especies.
En resumen, podríamos decir que el objetivo con el que se hacen los alimentos transgénicos es para que los alimentos sean más resistentes, duraderos, más nutritivos y se desarrollen en menos tiempo.
¿Cuáles son los daños de la contaminación genética?
- La mayoría de los animales y plantas transgénicas sufren de enfermedades y son estériles.
- Pone en peligro la biodiversidad de nuestro planeta al filtrarse en un ambiente salvaje.
- Al ser consumidos por los seres humanos, las consecuencias son la aparición de nuevas alergias y enfermedades, así como bacterias más resistentes a los antibióticos.
¿Cómo se propagan los genes modificados a otras especies y qué medidas se pueden tomar para frenar este flujo?
En el caso de las plantas, el contagio genético es mediante la polinización, y de los animales por el apareamiento.
En cuanto a las medidas a tomar, no existe todavía una cura para evitar la propagación de estas especies, por lo que la mejor opción es la prevención:
Consumir productos naturales. Un plus sería que tú mismo cultivaras algunos de los alimentos que consumes.
Investigar el origen de los productos que adquieres. Evitar vivir cerca de los cultivos que utilizan estos agentes. Más educación sobre el tema, sigue siendo un tema desconocido para muchas personas y ha convertido a este tipo de contaminación en un enemigo silencioso, por lo que concientizar a la gente es necesario para frenar el problema.
Además la contaminación genética puede suponer un cierto riesgo para la biodiversidad, por lo que hay que valorar la posibilidad de que los nuevos rasgos implantados puedan ser transmitidos a especies emparentadas.
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