PERDONAR ES FRUTO MADURO DEL AMOR

 

20º día de cuaresma

III martes de cuaresma
Sacerdote Daniel Valdez García

Estimados hermanos y hermanas en Cristo.

Cuando se perdona no se le hace favor a nadie, uno mismo se quita un peso de encima.

En el pasaje del evangelio Pedro quiso verse muy generoso y pregunta a Jesús que si «¿habría que perdonar siete veces?»

La enseñanza judía era que uno debía perdonar a su prójimo tres veces. Un maestro judío enseñaba que “El que pide perdón a su prójimo no debe repetirlo más de tres veces”; otro enseñaba: “Si uno comete una ofensa una vez, se le perdona. Si comete una ofensa una segunda vez, se le perdona. Si uno comete una ofensa una tercera vez, se le perdona. Pero la cuarta vez, ya no se le perdona”.

La respuesta de Jesús es : «setenta veces siete», lo cual significa siempre.

No se trata de imponer, sino de una maravillosa propuesta de Jesús que toca el corazón. Por eso precisamente se ha de perdonar de corazón. Bien sabemos que nos es fácil perdonar, el perdón es algo divino. Así que cuando no se puede perdonar hay que decir a Jesús que él perdone en nosotros y por nosotros. El perdonar siempre no es para que las ofensas sean permanentes, sino porque se está convencido de que el perdón dado y recibido desde la enseñanza de Jesús tiene que ser ilimitado, y él es nuestro ejemplo.

Pensemos en los momentos en que Jesús perdona: A la pecadora sorprendida en flagrancia de adulterio la defendió siendo el único que la podía condenar y le pidió que no pecara más. El perdón tiene un gran poder que libera del rencor y quita el dolor que ahoga y asfixia. A la mujer que enjugo con sus lágrimas sus pies, los secó con su pelo y los perfumó, mientras el fariseo la juzga, Jesús la perdona porque mucho había amado. Además, dice al paralítico que él es quien tiene poder para perdonar y le ordena levantarse, tomar su camilla e irse.

Sin embargo, Jesús con una parábola previene ante un uso convenenciero del perdón, de querer recibirlo pero negarse a darlo. Y eso es una incongruencia que rompe con el poder del perdón nacido de corazón. El Papa Francisco dice que Dios no se cansa de perdonarnos, sino que somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón.

Guarden bien esto que les voy a decir, perdonar de corazón es sanar de raíz el mal que hicimos o que recibimos de otros. Así que ten en cuenta que si tú lo hiciste o alguien te robo, te engaño, te usó, te mintió o cualquier otro cosa, SE DEBE ENMENDAR LA FALTA, no es tan sólo borrón y cuenta nueva, pues serías una persona ingenua en volver a confiar.

Mira bien al ladrón arrepentido y cómo fue admitido ese mismo día en el paraíso.

Amén, amén, Señor Jesús.