El vínculo entre madre e hijo es muy importante en los primeros años de vida del niño, ya que afectará directamente a su personalidad y conducta en la etapa adulta.
Este vínculo se empieza a crear desde el momento de la gestación y se va fortaleciendo durante el nacimiento, la lactancia y los cuidados en los primeros años de vida del niño.
La relación que se establezca en el primer año de vida del bebé será clave para su desarrollo emocional y personalidad.
Los estudios demuestran que los niños que han sido atendidos en sus demandas y motivados emocionalmente por sus madres, tendrán menos problemas de conducta en la adolescencia y en su etapa adulta.
Por otro lado, los niños que no han sido atendidos en sus demandas o han sido sometidos a castigos pueden tener tendencias caprichosas o serios problemas de conducta en su etapa adulta.
Muchos de nosotros hemos escuchado la frase “Madre no es quien te da la vida, es quien te cría”.
Aunque es verdad que la mujer que da a luz es la madre biológica, la maternidad es más que eso. Requiere un cambio mental y una actitud de disposición para desarrollar la identidad de madre.
Adoptar una actitud materna significa estar dispuesta a ser madre y reorganizar la mente para determinar nuestros pensamientos y conducta.
Un cambio profundo que dura toda la vida.
La naturaleza prepara a la madre para cuidar y criar a sus hijos, lo que se evidencia en sus sentidos más agudos y su capacidad de percibir detalles. Además, su cambio de pensamiento y actitud hace que su cuerpo produzca más oxitocina, la hormona del amor, lo que la hace más propensa a dar caricias y ternura y percibir las necesidades de sus hijos.
La relación con nuestra madre es donde descubrimos nuestra existencia y aprendemos a amar y a ser amados. Es gracias a ese vínculo profundo de amor madre-hija/o que reconocemos nuestro lugar en el mundo y nuestra propia identidad.
En resumen, una de las funciones más importantes de la imagen materna en la crianza es ayudar a los hijos a conocerse y confiar en sí mismos, y confiar en la relación sin tener que hacer cosas para ser aceptados y amados.
Con nuestra madre aprendemos a dar y recibir amor incondicional.
Si eres mamá, disfruta de la maternidad y fortalece el vínculo con tus hijos mediante momentos especiales donde puedan convivir sin interrupciones. Encuentra un lugar donde ambos se sientan en confianza y acuerden si será un momento para platicar o divertirse.
Prepara algo que los haga sentir apapachados y recuerda que la maternidad se desarrolla día a día con la convivencia, presencia y autoconocimiento.
¡FELÍZ DÍA A TODAS LAS MAMÁS!
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