Sin libertad de expresión no hay democracia
Nota del 16 de abril 2019 en “El País, digital”: Rusia aprueba la ley que refuerza su capacidad de censura en internet. ¿Qué busca Rusia con esta ley? Sencillo: controlar lo que pasa y no pasa en la red. Uno de estos objetivos es protegerse contra un ciber ataque que puede ser perpetrado por su enemigo histórico, Estados Unidos.
En una respuesta espejo a la estrategia de ciber seguridad de Estados Unidos, Rusia ha respondido con la misma moneda, y busca con ello blindarse de cualquier ataque externo. ¿Una nueva guerra fría?
Buscan crear su propia red doméstica en una especie de soberanía digital que esté exenta de cualquier contingencia negativa que pudiera poner en peligro su seguridad nacional. Crear un nuevo escudo digital que permita estar aislada en caso de ser necesario. Así podrán controlar lo que entra y lo que sale de la red, de tal manera que se corre el peligro que el Gobierno justamente pueda censurar cualquier información, protesta, ideología que no esté de acuerdo con el régimen.
Dos cosas importantes hay que señalar de esto: 1) la amenaza de una guerra cibernética está más latente que nunca, solo falta mirar las últimas elecciones en Estados Unidos en las que presuntamente los rusos tuvieron injerencia y; 2) y más importante desde mi punto vista, la libertad de expresión se ve sacrificada con el pretexto de la soberanía nacional. Los “nuevos” nacionalismos pueden justificar incluso la violación de los derechos humanos por motivo de seguridad nacional.
Y no es que Rusia ande muy bien en materia de libertad de expresión. De acuerdo con la organización internacional no gubernamental “Reporteros sin fronteras” en su índice de libertad de prensa en el mundo 2018, Rusia se encuentra en el número 148 de 180 países medidos, flanqueada, por cierto, por México (147) y por Tayikistán (149), en la zona roja, a un paso de la negra en la que se encuentran países como Corea del Norte, Irak, China o Cuba.
Lo preocupante de todo esto es que la censura vuelve con fuerza en el mundo, en una especie de volver al futuro (de una guerra), los nacionalismos regresan en varios países de Europa, China ha creado su propio modelo nacionalista y de censura, en américa latina emergen líderes populistas que prometen todo y que incluso se atreven a violentar las leyes y las instituciones; y por supuesto, bajo todos estos esquemas y liderazgos de gobierno, la prensa y la libertad de expresión son un estorbo.
Ya el miedo ha sido y sigue siendo el arma más poderosa para la manipulación de las masas. El mundo del nuevo nacionalismo hace cimbrar las estructuras creadas desde el fin de la segunda guerra mundial, y la vuelta de discursos demagogos y promesas del edén son las que venden en política, y lo más preocupante es que la libertad de prensa, la misma democracia, pueden llegar a ser un estorbo para estos nuevos liderazgos que, en nombre de la patria, piden a sus pueblos, sacrificios para devolverles aquella patria que nunca existió.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com