Los analistas económicos de Citibanamex estiman que al cierre del primer trimestre de 2019 la economía habrá crecido solo en un 0.60 %, pero mantiene su expectativa de crecimiento del 1.4 % al cierre del año.
La explicación de la caída son las semanas del desabasto de la gasolina, la toma por la CNTE de las vías del ferrocarril en Michoacán y las huelgas y cierre de empresas en Tamaulipas.
Desde finales del 2018 se veía que se desaceleraba el crecimiento de la economía mundial, pero al cierre del primer trimestre la caída ha sido más fuerte de lo esperado.
Los números de Estados Unidos no son buenos y hay riesgo de que la caída de su economía se mantenga todo el año. Lo mismo ocurre con Alemania y Japón como ya se había previsto.
La revisión del crecimiento de la economía de Estados Unidos es a la baja, aunque de manera marginal al pasar del 2.5 al 2.3 % en 2019. Y la expectativa es que siga cayendo en 2020. Eso perjudica a México.
Los bancos centrales de Europa, Japón y Estados Unidos no aumentan las tasas de interés e incluso las bajan. Lo mismo se espera que haga el Banco de México.
En México, la caída de las expectativas en el crecimiento del PIB genera incertidumbre en los inversionistas nacionales, pero no en los internacionales.
Hay retos para la producción nacional al reducirse las exportaciones, por caída del crecimiento de los Estados Unidos. El tipo de cambio evoluciona bien y también las variables financieras.
El problema de la economía es PEMEX que representa el 45 % de la deuda pública en dólares. No está claro cuál es la política de rescate de la empresa. Las preguntas son: ¿Descobijar a PEMEX o a las finanzas públicas? ¿Rescatar a PEMEX y llevarse entre las patas al gobierno?
Los analistas económicos de Citibanamex consideran que más allá de los problemas de corrupción que existen en PEMEX, que deben combatirse, lo que no funciona es el modelo de negocio. Y si éste no cambia y se le mete más dinero es tirarlo a la basura.
En su visión el gobierno debe invertir en la reconversión de las refinerías ya existentes y no en la creación de una nueva refinería. Eso es lo que también plantean los mercados.
Se preguntan qué quiere decir el fin del neoliberalismo decretado por el presidente para el caso del sector energético. ¿Se terminan los contratos privados en petróleo y electricidad? ¿Se desconocen los contratos que ya existen?
Los mercados del sector energético esperan definiciones más claras y firmes. Por lo pronto las inversiones están paradas. Urge resolver la incertidumbre.
A los analistas sorprende la falta de correspondencia que existe entre los altos niveles de confianza de los consumidores y la realidad de una economía a la baja. La explicación es la imagen positiva que el presidente ha construido en torno a su gestión. En independencia de los resultados.
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