Desde tiempos inmemoriales, la música ha formado parte de la vida del ser humano. Inclusive, culturas como la griega o la nahua tenían en muy alta estima a los músicos, por considerarlos personas sumamente cultas y mejor preparadas para la vida, tanto en el plano material como en el espiritual.
¿Quién no ha escuchado que la música de Mozart hace más inteligente a tu bebé?, leyenda urbana de los 90’s que en realidad, según estudios más actuales, resultó ser falsa, pues no se trata únicamente de Mozart, sino de la música en general, cuyo estímulo provoca efectos cognitivos muy benéficos en el desarrollo cerebral.
Los neurocientíficos Nina Kraus y Bharath Chandrasekaran de la Northwestern University de Evanston, Illinois, señalan en un estudio publicado por la Nature Reviews Neuroscience que existe evidencia científica que respalda los beneficios de la música en el cerebro. Inclusive, hacen hincapié en que aquellos que cuentan con entrenamiento en el arte de los sonidos tienen mayores conexiones cerebrales que les permiten entender y procesar mejor la información.
Al respecto, otro estudio publicado en 2013 afirma que el cerebro de los músicos y los no músicos tiene diferencias estructurales complejas que les permite una mejor adaptación en la adquisición de nuevas habilidades, incluyendo una capacidad memorística superior a los primeros. Dicho estudio señala que la sensibilidad tonal se intensifica con la música e inclusive quienes estudian lenguajes como el chino mandarín, por ejemplo, tienen un incremento en la habilidad de identificar una nota musical de oído.
En otro estudio publicado por APA PsycNET, se revelan los beneficios en el IQ de los estudiantes de música, es decir, quienes tocaban algún instrumento, mucho más precisos que en los niños que únicamente escuchaban música, aunque éstos también mostraron beneficios por encima de quienes no tenían relación alguna con este arte.
Al respecto, Kraus y Chandrasekaran consideran que gracias a la plasticidad del cerebro (la habilidad de “reconectarse” a sí mismo), el entrenamiento musical potencializa la sensibilidad para identificar un tono, tiempo y timbre. Por lo que, como resultado, se activa nuestra capacidad de discernir una emoción a través de escuchar el habla de alguien más, aprender un idioma ya sea nativo o extranjero, e identificar regularidades estadísticas en estímulos sonoros abstractos.
De igual modo, se ha comprobado que la música influye positivamente en el estado de ánimo y en la salud.
No obstante, todos estos beneficios comprobados científicamente, en las sociedades contemporáneas no se ha considerado la música como un elemento fundamental en la educación de nuestros jóvenes, sino como un pasatiempo para quienes tienen alguna inclinación hacia la música.
“La música debe ser enseñada para cultivar el goce del espíritu”, dijo Aristóteles quien narra en su tratado número 8 de política la importancia que tiene la música y por qué debería incluirse en la educación de los niños.
Si bien entre los beneficios cognitivos más trascendentes encontramos el mejoramiento en las habilidades de aprendizaje y la capacidad de escuchar, también vale la pena señalar la sensibilidad que causa la música, pues ésta crea conciencia a través de sus letras y permite una reflexión profunda a través de sus sonidos, reconectando nuestras fibras más sensibles con esa parte que nos hace humanos: la capacidad de comprender el bien y el mal.
A veces podemos pensar la música como una actividad recreativa o lúdica, incluso se le asocia con personas malvivientes, drogadictas o rebeldes; pero la realidad es que los más grandes genios de la historia de la humanidad tocaban un instrumento:
Einstein solía tocar por horas su violín cuando no encontraba la solución a algún problema, hasta que de pronto se le escuchaba decir “¡lo tengo!”, como si la respuesta le hubiese llegado a través de la inspiración musical.
Otro genio de antaño fue Leonardo Da Vinci quien, además de ser matemático, inventor, poeta, escultor y pintor, también fue un excelente músico zurdo e incluso entre sus inventos destaca la “viola organista”, un instrumento parecido a un Clavecín pero con el sonido de una viola y órgano a la vez. Aunque nunca pudo concretarlo, en el 2013 un laudero polaco logró llevar su diseño a la luz.
Aunque existen muchos otros genios que le dieron un espacio importante a la música en sus vidas, el último ejemplo que mencionaré es Pitágoras, un excelente monocordista de su época y a quien se le debe nada más y nada menos que la escala musical que conocemos hoy en día, llamada también escala pitagórica.
Cabe resaltar que durante la Edad Media y el Renacimiento la música fue considerada como uno de los cuatro pilares del aprendizaje, junto con la geometría, la aritmética y la astronomía. Sin embargo, en la actualidad la música ni siquiera forma parte del currículo escolar, a pesar de ser uno de los recursos pedagógicos más importantes para el desarrollo de las habilidades académicas.
En conclusión, la música debería ser considerada como un aspecto imprescindible para entrenar la mente. Así como es importante cultivar nuestro cuerpo a través del ejercicio o el alma por medio de la espiritualidad, la mente necesita estímulos para alcanzar su máxima capacidad y con la música podemos crear maravillas en nuestro cerebro, así como educar a mejores seres humanos, más conscientes y sensibles de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Facebook: Dení Leds
Twitter: @deniloci