Documento del FSB revela tensiones encubiertas con Beijing
Un documento interno del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) ha revelado una creciente desconfianza rusa hacia China, en contraste con la imagen pública de una alianza estratégica sólida entre ambos países. El informe, obtenido por el grupo Ares Leaks y verificado por agencias occidentales, expone los temores del Kremlin ante la posible expansión de la influencia china en regiones clave como Asia Central, el Ártico y la frontera oriental.
Aunque Moscú y Beijing han estrechado lazos diplomáticos, comerciales y militares, el texto de ocho páginas revela que los servicios de inteligencia rusos consideran a China no solo un socio estratégico, sino también una amenaza potencial. Esta dualidad quedó reflejada en la creación del programa de contrainteligencia “Entente-4”, aprobado días antes de la invasión a Ucrania en 2022, cuyo objetivo es monitorear e impedir las operaciones de espionaje chinas en territorio ruso.
Espionaje, ciencia y presión territorial
Según el documento, el FSB ha detectado un aumento en los intentos de reclutamiento por parte de espías chinos dirigidos a funcionarios, científicos y empresarios rusos, especialmente aquellos con vínculos con instituciones sensibles. Además, Beijing estaría interesada en tecnología militar, como drones y aviación, así como en conocimientos de guerra electrónica adquiridos durante el conflicto en Ucrania.
Los servicios de inteligencia rusos también han alertado sobre el uso de plataformas como WeChat para extraer información y han intensificado el análisis de datos provenientes de esta aplicación. Al mismo tiempo, el FSB ordenó realizar advertencias preventivas a ciudadanos rusos cercanos a círculos chinos, y solicitó limitar la entrada de académicos extranjeros que impulsen reclamos territoriales históricos.
El dilema ruso: dependencia económica y amenazas latentes
A pesar de estas tensiones, el documento advierte a los agentes que deben actuar con extrema precaución para no dañar la relación bilateral. La economía rusa, cada vez más aislada de Occidente, depende del comercio con China, que ha suministrado desde componentes militares hasta tecnología civil clave. En ese contexto, cualquier acción imprudente podría comprometer el apoyo chino, considerado vital por el Kremlin.
El informe también menciona la creciente presencia china en el Ártico y Asia Central, regiones donde Rusia busca mantener su influencia histórica. Según el FSB, Beijing utiliza empresas y universidades como tapadera para actividades de inteligencia, mientras promueve una estrategia de “poder blando” en países como Uzbekistán.
La distancia entre Putin y sus espías
Aunque Vladimir Putin ha reforzado su relación personal con Xi Jinping, acumulando más de 40 encuentros, el FSB parece menos optimista. Sus oficiales consideran que, en el largo plazo, China representa una amenaza estratégica, especialmente si continúa su avance económico y militar. El informe concluye que “no existen servicios de inteligencia amigos”, reflejando el escepticismo profundo del aparato de seguridad ruso.
Este documento, considerado auténtico por expertos y agencias internacionales, arroja luz sobre las verdaderas tensiones dentro de una de las alianzas más observadas en la política global actual. Rusia, aunque dependiente de China, mantiene una postura vigilante, temerosa de que su poderoso vecino pueda aprovechar la guerra en Ucrania para ganar influencia en sus esferas tradicionales de control.