Karol Nawrocki gana la presidencia de Polonia

Karol Nawrocki

En un giro inesperado que sacude el panorama político europeo, Karol Nawrocki, historiador polémico con una fuerte retórica nacionalista, ganó la presidencia de Polonia al derrotar por estrecho margen al liberal Rafał Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia.

Con el 50.89% de los votos, Nawrocki, respaldado por el partido derechista Ley y Justicia (PiS), superó a su rival en la segunda vuelta y frustró los planes del primer ministro centrista Donald Tusk, quien buscaba consolidar una nueva etapa democrática y proeuropea tras una década de políticas autoritarias impulsadas por el PiS.

Una victoria de Karol Nawrocki

El triunfo de Nawrocki permite al PiS conservar el control de la presidencia, a pesar de haber perdido el Parlamento en las elecciones de 2023. La nueva presidencia complica el objetivo de Tusk de revertir las reformas impuestas durante los ocho años de gobierno conservador.

Nawrocki, de 42 años, combina su perfil académico con un estilo provocador. Dirigió instituciones clave como el Museo de la Segunda Guerra Mundial de Gdansk y el Instituto de la Memoria Nacional, desde donde promovió una narrativa histórica alineada con el nacionalismo del PiS.

Un pasado polémico y una campaña agresiva

Durante la campaña, Nawrocki enfrentó acusaciones sobre el uso irregular de propiedades y sus vínculos con peleas organizadas entre hinchas de fútbol, conocidas como ustawka. En lugar de evitar el escándalo, convirtió esas revelaciones en parte de su imagen, describiendo los enfrentamientos como actos “nobles”.

En sus discursos, Nawrocki subrayó su fervor católico, rechazó la inmigración y atacó con fuerza tanto a Bruselas como a Tusk. Visitó la Casa Blanca semanas antes de las elecciones y recibió apoyo de la CPAC, que celebró su primer evento en Polonia, consolidando la conexión entre los movimientos populistas de derecha en Estados Unidos y Europa.

Nuevos obstáculos para las reformas democráticas

Con la presidencia en sus manos, Nawrocki controlará el veto presidencial, herramienta que su predecesor Andrzej Duda usó para frenar reformas judiciales y sociales. Este nuevo escenario complica la tarea de Tusk, quien intentó restaurar la independencia judicial, ampliar los derechos reproductivos y aprobar leyes para garantizar derechos a las parejas del mismo sexo.

El poder de veto que ejercerá Nawrocki amenaza con bloquear cada una de esas iniciativas. Tusk se enfrenta ahora a una relación institucional conflictiva que puede paralizar su agenda progresista.


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