La capital haitiana y otras regiones del país cumplen ya cuatro días consecutivos sin electricidad tras el cierre forzado de la central hidroeléctrica de Péligre, provocado por manifestantes que exigen acciones contra la creciente inseguridad y violencia de pandillas.
El apagón, que comenzó el martes, ha dejado sin energía a Puerto Príncipe y al departamento del Centro, afectando gravemente a miles de ciudadanos. Según la empresa estatal Electricidad de Haití (EDH), el corte es total en las zonas abastecidas por la planta afectada, resultado de lo que describen como actos de sabotaje.
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La protesta fue encabezada por líderes de la sociedad civil de los municipios de Mirebalais y Saut d’Eau, recientemente tomados por bandas armadas. Robenson Mazarin, abogado y coordinador del Movimiento de Ciudadanos Comprometidos del Centro, justificó la acción como una medida desesperada ante el abandono estatal.
“El gobierno ha dejado a estas comunidades en manos de grupos criminales. Mientras no se restablezca la seguridad, la planta seguirá cerrada”, declaró Mazarin.
Desde el 31 de marzo, Mirebalais está bajo control de la coalición criminal Viv ansanm (“Vivir Juntos”), responsable también de la fuga masiva de más de 500 presos. Esta misma situación obligó al Hospital Universitario de Mirebalais —uno de los más importantes del país— a cerrar sus puertas el pasado 23 de abril, tras evacuar a su personal y pacientes.
La crisis energética es solo una de las múltiples caras del colapso en Haití. La inseguridad, el vacío institucional y la violencia sistemática de bandas armadas mantienen al país sumido en una emergencia humanitaria y social sin precedentes.