Por Luis Vega
El próximo miércoles, el cardenal Kevin Farrel, Camarlengo del nuevo Cónclave cerrará las puertas de la Capilla Sixtina (en honor al Papa Sixto IV) y tras una serie de oraciones, iniciará oficialmente la elección del nuevo Papa de la Iglesia Católica.
Uno de los temas que pueden influir en la elección del nuevo Pontífice es la situación financiera de la curia Vaticana y de la Iglesia porque en los últimos 5 años el Papa Francisco no informó en detalle sobre la difícil situación de las finanzas vaticanas y otros problemas: el fondo de pensiones tienen un pasivo de 631 millones de euros y el gasto normal de la Santa Sede tiene un faltante de 83 millones de euros por año.
Muchos vaticanólogos dan cuenta que la crisis financiera de la Santa Sede existe desde hace varias décadas, pero con el Papa jesuita la “colecta de fondos” se desplomó porque las economías de los principales aportadores de recursos, Estados Unidos y Alemania, no pasan por buen momento. Advierten que la recaudación de fondos en mundo y particularmente para la Iglesia Católica, pasan por un mal momento.
Pero hay quienes opinan que el Papa jesuita tiene una parte de responsabilidad por su manera de llevar la Iglesia. Dicen que el discurso ahuyentó a organizaciones tradicionalistas, diócesis y hasta congregaciones religiosas que en otro tiempo hacían importantes aportaciones, es el caso del Opus Dei, Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación, entre otros.
Hay voces que aseguran que los grupos conservadores del vaticano, la burocracia que opera y gobierna los dicasterios, nunca apoyaron las reformas de Francisco porque significaba perder privilegios salariales y de otros tipo.
Para resolver la situación financiera por la que atraviesa el Vaticano, Francisco creó la Comisión para las Donaciones a la Santa Sede para reactivar los ingresos, en particular el Óbolo de San Pedro cuya recaudación cayó de 80 millones de euros en tiempo de Benedicto XVI a 40 millones el año pasado.
Uno de los problemas financieros que acarrea desde el 2022 el gobierno Vaticano es el desequilibrio de 631 millones de euros en su sistema de pensiones de aproximadamente 4.000 trabajadores de la Santa Sede, pero también la pesada burocracia del servicio exterior.
En los días previos al Cónclave algunos cardenales dijeron que es necesario profundizar en las reformas de Francisco. Los cardenales Reinhard Marx, Kevin Farrell, Christoph Schönborn, Fernando Vergez y Konrad Krajewski expusieron la necesidad de tener estructuras económicas que respalden no solo el funcionamiento institucional y el rumbo trazado por Francisco: transparencia financiera y la administración ética como exigencia interna, sino como responsabilidad frente a la sociedad global.
En las reuniones previas al cónclave, en que los cardenales discuten el estado de la Iglesia, las preocupaciones más frecuentes sobre la situación económica incluyen:
1.- Falta de transparencia financiera por que los cardenales han expresado preocupación por la opacidad en la gestión de fondos y propiedades, especialmente tras escándalos como el del edificio de Londres.
2.- Pérdidas económicas porque hay inquietud por los déficits presupuestarios del Vaticano, agravados por la pandemia y por inversiones poco profesionales.
3.- Algunos cardenales temen que la pérdida de credibilidad afecte la capacidad de atraer donaciones (como el Óbolo de San Pedro).
4.- En puestos relevantes para la administración de recursos se ha nombrado a clérigos que poco saben del tema, en lugar de profesionalizar la administración Vaticana.
Un amigo comentó: los dineros faltantes en la Iglesia Católica para su misión y operación no son un problema serio, aunque lo parezca; seguro hay miles de católicos dispuestos a ayudar, como lo hacen siempre. El nuevo Papa deberá promover modelos de participación entre los creyentes, donde la gente aporte lo que es y lo que tiene para construir comunidades eclesiales más incluyentes, donde quepamos todos. Los dineros vienen solos sabiendo tocar la puerta correcta. La clave está en crear y promover un modelo de evangelización integral: hacia la jerarquía y hacia los iguales.
Que el nuevo Papa sea de derecha, centro o izquierda, pastor o producto de la burocracia Vaticana, de todos modos va a tener que resolver el tema del ingreso para nivelar los faltantes de dinero que hay y, no menos importante, quitarle poder a la burocracia, que es quien gobierna realmente el Vaticano.