El pueblo donde los celulares son cosa del pasado.
En un rincón de Estados Unidos, existe un lugar donde la vida transcurre sin la constante interferencia de las ondas electromagnéticas. Green Bank, un pequeño pueblo en Virginia Occidental, ha adoptado un estilo de vida único, alejado de la hiperconectividad que define a la sociedad moderna.
El guardián del silencio: el Green Bank Telescope
La razón detrás de esta peculiaridad es el Green Bank Telescope (GBT), el radiotelescopio dirigible más grande del mundo. Para proteger la sensibilidad de este instrumento, se creó la Zona Nacional de Silencio Radioeléctrico (NRQZ) en 1958, un área de 33 mil kilómetros cuadrados donde se prohíbe el uso de dispositivos que emiten radiofrecuencias.
Un oasis de tranquilidad
En Green Bank, los celulares, el WiFi y los microondas son cosa del pasado. Los habitantes han regresado a la vieja escuela, utilizando teléfonos fijos y conexiones por cable para comunicarse. Esta desconexión forzada ha permitido a la comunidad reconectar con la naturaleza y con ellos mismos.
Un estilo de vida alternativo
Contrario a lo que se podría pensar, los habitantes de Green Bank han encontrado beneficios en este estilo de vida sin tecnología. El pueblo se ha convertido en un destino popular para aquellos que buscan escapar del estrés y la sobrecarga de información del mundo moderno.
Un equipo de vigilancia
Para garantizar el cumplimiento de las normas, la NRQZ cuenta con un equipo de vigilancia encargado de detectar emisiones prohibidas. Este equipo utiliza tecnología especializada para rastrear y localizar fuentes de interferencia.
Un refugio para los “alérgicos” a la tecnología
Green Bank se ha convertido en un refugio para personas que sufren de sensibilidad electromagnética, una condición que les provoca malestar al exponerse a campos electromagnéticos. En este pueblo, encuentran un ambiente libre de las ondas que les causan problemas de salud.
Un ejemplo de convivencia
Green Bank demuestra que es posible vivir en armonía con la tecnología, pero también sin ella. La comunidad ha encontrado un equilibrio entre la ciencia y la vida cotidiana, creando un espacio único donde el silencio es un valor preciado.