Cierre de programas humanitarios
A partir del miércoles por la tarde, el Departamento de Estado en Washington envió una serie de correos electrónicos a diversas organizaciones en todo el mundo, anunciando la terminación de financiamiento para aproximadamente 5800 proyectos financiados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta decisión puso fin a la congelación temporal impuesta previamente por el gobierno de Donald Trump y cerró cualquier posibilidad de continuidad en la ayuda estadounidense.
Entre los proyectos cancelados se encuentran programas esenciales para la salud pública y la asistencia humanitaria en distintos países. La directora ejecutiva del Centro Africano de Investigaciones sobre Población y Salud, Catherine Kyobutungi, expresó su preocupación al afirmar que “morirá gente, pero nunca lo sabremos, porque se han cortado incluso los programas para contar a los muertos”.
Programas afectados
Entre los proyectos suprimidos se incluyen:
- Lucha contra enfermedades: La subvención de 131 millones de dólares al programa de inmunización contra la polio de UNICEF y un contrato de 90 millones de dólares con la empresa Chemonics para combatir la malaria en África.
- Suministros médicos: La interrupción del contrato para gestionar y distribuir suministros médicos en Kenia por un valor de 34 millones de dólares.
- Atención a pacientes con VIH: Se suspendieron proyectos de tratamiento en Lesoto, Tanzania y Esuatini, afectando a 350.000 personas.
- Refugios para mujeres: En Sudáfrica, 87 albergues que daban apoyo a 33.000 mujeres víctimas de violencia de género cerraron sus puertas.
- Desnutrición y tuberculosis: La interrupción del proyecto en Nigeria deja sin tratamiento a 60.000 niños menores de 5 años con desnutrición aguda grave.
- Clínicas de salud: El financiamiento para servicios de salud en Sudán y Etiopía quedó suspendido, afectando a miles de desplazados por los conflictos en la región.
La cancelación de estos proyectos ha generado críticas por parte de organizaciones humanitarias y expertos en salud global. La agencia ONUSIDA, que recibió más de 80 millones de dólares en financiamiento estadounidense, también ha sido afectada, limitando su capacidad de combatir el VIH en diversas regiones.
Los esfuerzos de control de enfermedades tropicales desatendidas en África occidental, programas de monitoreo epidemiológico y encuestas sobre salud y mortalidad materno-infantil en 90 países también quedaron sin recursos, afectando la planificación y ejecución de políticas sanitarias a nivel global.
La decisión del gobierno estadounidense de poner fin a estos programas marca un cambio drástico en su política de cooperación internacional, dejando en incertidumbre a millones de personas que dependían de esta ayuda para su bienestar y supervivencia.
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