Liderando una nación con más de 5000 años de civilización continua -a través de China Media Group e Internet-, en su mensaje de Año Nuevo 2025 Xi Jinping expresó a su país:

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Liderando una nación con más de 5000 años de civilización continua -a través de China Media Group e Internet-, en su mensaje de Año Nuevo 2025 Xi Jinping expresó a su país:

 

Columna por: Pedro Isnardo De la Cruz y Juan Carlos Reyes Torres

 

“La economía de China se ha recuperado y está en una trayectoria ascendente, con un PIB anual que se espera que supere la marca de los 130 billones de yuanes”.

“Por primera vez, China ha producido más de 10 millones de vehículos de nueva energía en un año. Se han logrado avances en circuitos integrados, inteligencia artificial, comunicaciones cuánticas (…) También por primera vez, la sonda lunar Chang’e-6 recogió muestras del lado oculto de la luna. El buque de perforación Mengxiang exploró el misterio de las profundidades oceánicas. El enlace Shenzhen-Zhongshan ahora conecta las dos ciudades a través del mar. La estación antártica Qinling ahora está en funcionamiento en el continente helado.”
“Estamos logrando avances más profundos y sustantivos en la cooperación de alta calidad de la Franja y la Ruta. La Cumbre de Beijing del Foro de Cooperación China-África fue un éxito total. Presentamos la visión de China en la Organización de Cooperación de Shanghai, BRICS, APEC, G20 y otros foros bilaterales y multilaterales. Hemos contribuido en gran medida al mantenimiento de la paz y la estabilidad mundiales.”
“Aplicaremos inquebrantablemente la política de Un país, dos sistemas para mantener la prosperidad y la estabilidad a largo plazo en Hong Kong y Macao. Los chinos de ambos lados del estrecho de Taiwán pertenecemos a una misma familia. Nadie podrá jamás romper el vínculo de parentesco entre nosotros, y nadie podrá jamás detener la reunificación de China, una tendencia de la época”.
El mensaje de Xi confirma las palabras del ex diplomático alemán-estadounidense Henry Kissinger: “Será chino el nuevo siglo XXI.”

Estamos ante una potencia mundial económica y militar que desde el 2013 Xi Jinping conduce con liderazgo inquebrantable, aupando generaciones de chinos con presencia y competitividad internacional (recordemos su último revulsivo tecnológico Deep Seek), administrando un modelo de sociedad estatista post comunista, ejerciendo su propio esplendor de poder en medio de un pragmatismo político milenario en sus gobernantes, insertos en las transformaciones del capitalismo avanzado y la conquista de la economía mundial.

Aún queda por evidenciarse una investigación verdadera sobre el origen del coronavirus y el papel de China en ello, el desempeño del liderazgo de Xi y las tragedias sociales en su país durante la Pandemia COVID-19 además del secretismo sobre las libertades, disidencias y derechos oprimidos, así como sobre los compromisos y consecuencias de la estrecha alianza de Jinping con V. Putin, sostenida desde antes de su inicio hasta ahora, en la guerra ruso-ucraniana que cumple hoy 24 de febrero tres años.

Xi – y Putin como su actor de reparto pero que se asume a sí mismo en la cima de la disputa de la hegemonía mundial-, son políticos de cultura imperial y juntos han actuado como un nudo anti occidental (estadounidense/europeo).

Irónicamente, el regreso de Donald Trump -por muy vernácula o heterodoxa que parezca su personalidad política-, busca recuperar para Estados Unidos su lugar en la historia, ya que considera que China se lo ha arrebatado e incluso ha sido degradado.

De modo que Xi Jinping expande su imperio, Putin desea recuperar el suyo regionalmente y Trump desea disputar la creciente hegemonía china contra el pilar bipolar estadounidense.

En este móvil se instala la cadena de embestidas retóricas, el despliegue de energía política gubernamental impresionante y las campañas de Trump 2.0 (acompasadas por su gabinete, Musk y su primer círculo de mandatarios aliados en el mundo), despertando, paradójicamente, un fenómeno ya advertido por el politólogo búlgaro Iván Krastev: las disputas y alianzas nacionalistas anti Trump y pro Trump.

Mientras Trump y su Vice Presidente J.D. Vance contribuyen a su propio juego de naipes global contribuyendo a dejar en predicamento a la Unión Europea, a la Ucrania de Zelensky y a la OTAN, el mandatario chino Xi, hasta ahora, ha mostrado ante Trump frialdad y prudencia política.

Probablemente Xi Jinping advirtió a tiempo en sus escenarios que el regreso de Trump a la Presidencia implicaba la necesidad del estadounidense de congraciarse en su alianza con V. Putin -supuestamente para interceder en sus negocios y su ecuación de poder euroasiática-, pero acaso no dimensionó que Estados Unidos pondría en tela de suspensión y de objeción la última era, el modelo de guerra, pactos y alianzas que se sembraron en Occidente en las últimas siete décadas.

Es decir, probablemente China como nadie anticiparon que la era Trump / Vance con una victoriosa campaña republicana partidista electoral interna, incubaba el propósito de un nuevo guión refundacional y la firme decisión de impulsar un proceso de secesión de poderes y élites dentro y fuera de Estados Unidos.

Trump lo denominó “La revolución del sentido común” en su mensaje oficial de toma de posesión.

Más que la paz en el conflicto israel-hamas-palestina y el fin de la guerra ruso-ucraniana, es posible que debamos pensar en cómo estos mandatarios hegemónicos serán los arquitectos del nuevo orden de posguerra (ante objetivos genocidas, terroristas, terrorismo de Estado, conquistas neo imperiales) en los que Rusia, Israel, India, Irán, Corea del Norte, pero la propia China en Taiwán, Rusia como amenaza imaginaria/real para los países bálticos y europeos, o Estados Unidos en sus nuevos designios, decidirán si son un factor de estabilidad regional o de incertidumbre/caos o protagonistas de futuras conquistas bélicas y conflictos nucleares.

De modo que la soberanía ucraniana pueda preservarse en un tablero en el que, hasta ahora por el colapso de una Europa dividida, solo Estados Unidos de Trump parece ser carta de garantía o de muerte política para Ucrania/Zelensky y que Putin se lleve sus conquistas y ceda una paz aceptable que también ansía, en tanto Zelensky y Putin saben que sus liderazgos, economías y naciones -de sostenerse esta guerra despiadada y de desgaste permanente- les puede condenar al fracaso político.

Trump sabe que la China de Xi representa una guerra ideológica universal y que Jinping actúa como centro y potencia del mundo, por ello está empecinado en provocar secesión de élites, cambios de regímenes políticos en diversas naciones y recuperar el terreno perdido que ha hecho que China, élites y bancos no estadounidenses sean para Trump en realidad, los beneficiarios del modelo de capitalismo liberal/neoliberal universal actual, queriendo reivindicar para sí la posición de Estados Unidos como nación triunfante de la Guerra Fría, pero que en su pesadilla política, Rusia y China incluso han arreciado su colecta político financiera.

Si por un momento dejamos a Putin fuera de escena, debemos recordar que Xi Jinping tuvo que renegar de su padre y del desprestigio, resistir estoicamente el ostracismo interno hasta reinventarse como militante en el Partido Comunista y mezclarse como un personaje inofensivo entre sus élites partidistas.

Mientras Trump se rehabilita de su derrota presidencial ante Biden con una campaña política permanente, sobrevive a sus adversarios demócratas y a todo empeño por su encarcelamiento o marginación de la política, además de sobrevivir al menos a un atentado en plena campaña presidencial.

Trump y Xi encarnan dos héroes de la supervivencia política a toda prueba en la conquista o reconquista de sus posiciones de poder: dos lobos hegemónicos que tienen una mística mesiánica y que desean que sus naciones sean gloriosas al precio que sea.

Por ahora, Elon Musk es su gran arquitecto del edificio base de la refundación del sueño americano porque media la promesa de que se reducirá en más de un billón de dólares el ahorro fiscal del costo de sostener el gobierno federal.

En esa misma lógica, su multi navaja arancelaria para reconfigurar los ingresos nacionales ya ensaya un nuevo mapa geopolítico para Canadá, Groenlandia, México y las naciones árabes.

Con Ucrania se ha elevado el precio de la ayuda militar estadounidense, reclamando sus recursos naturales buscando ahorrarse y suspender toda ayuda estadounidense a la guerra. A las naciones de la Unión Europea, en la voz de su VicePresidente Vance, les ha dejado a su arbitrio para que construyan su propio modelo de auto preservación y de defensa, mientras construye con la Rusia de Putin y la Venezuela de Maduro las nuevas líneas de aprovisionamiento privilegiado de gas y petróleo abundante para las reservas estadounidenses, la revalorización del dólar, la oxigenación de la economía estadounidense para sus consentidos electores y consumidores, hacia la actualización del patrón oro como raíz sin par de la dominación económica de la potencia mundial estadounidense.

Se trata de un nuevo precio revolucionario y de guerra a pagar, para evtiar que se prolongue a su juicio la era de la decadencia de Estados Unidos, consciente de su nivel de endeudamiento con su principal rival mundial, el desperdicio de recursos presupuestales en la administración gubernamental y el sostenimiento de compromisos insostenibles de guerra y presencia en el mundo, de modo que Trump ha dado un nuevo valor nacionalista a todo a quien define como su adversario y aliado estadounidense, empeñado en que Estados Unidos ha de cosechar y recuperar su poder político y económico puro y hegemónico.

Trump está ansioso, incansable, dechado de energía política dada su avidez, pero no por locura inmanejable de poder como se jactan sus críticos y solícitos vividores de la guasa, o peor aún quienes le desacreditan y piensan que pueden construir una estrategia donde él cede, negocia y se adormece: demeritan que Trump está intentando resolver sus peores temores psico políticos personales, nacionalistas e ideológicos, con decisiones pragmático revolucionarias que se orientan a desmantelar el orden mundial que heredamos: ¿lo está logrando? ¿lo logrará?.

La revolución de Trump es abierta, generalizada, relampagueante. La secrecía que busca, es privada, personalizada, en la caja negra del acuerdo, uno a uno, con él y con su nación.

Mientras ha sido el emblemático héroe de la China potencia con una posición admirada y desafiante hasta lo que va del cuarto del nuevo siglo, Xi Jinping deberá calibrar las consecuencias de esta revolución política frontal, así como sus nuevas decisiones de poder internas y geopolíticas imperiales.

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).

Juan Carlos Reyes Torres es Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana, con estudios en Ciencia Política y Administración Pública por la UNAM y profesor de Teoría del Estado.

Coautores de Para entender la 4T (2019), con el sello editorial de Stonehenge México.