¿Adiós a los cacicazgos familiares en la política y la no reelección?

Por: Jesús Franco

En el curioso mundo de la política hay cientos, quizá miles, de funcionarios y políticos, que ocupan cargos administrativos (altos) o de elección popular que tienen un objetivo claro: quedarse en el poder a través de su familia. No importa si son hijas, hijos, primos, tíos o con cualquiera que guarden un vínculo sanguíneo o familiar. Para algunos, esa sucesión es natural. Y no se trata de méritos, sino de que haya cualquier vínculo afectivo. ¿Nepotismo, sucesión tardía? La respuesta queda en el aire.

También, hay parejas que se pasan la estafeta. Quizá el caso más sonado de los últimos meses es el de la exalcaldesa de Santo Tomás de los Plátanos, María del Rosario “N”, capturada por presuntos vínculos con el crimen organizado y extorsión, quien le pasó la estafeta a su esposo, Pedro Luis Hernández de Paz, quien en plena toma de protesta iba a ser detenido por cargos similares a los que hoy enfrenta su esposa. Está prófugo.

Ante esto, la Presidenta Claudia Sheinbaum en pleno aniversario 108 de la Promulgación de la Constitución Mexicana, volvió a gritar con fuerza una de las consignas de la Revolución Mexicana: “Sufragio efectivo, no reelección”. Y fue muy clara: no a la reelección a ningún puesto de elección popular, y la prohibición expresa de que ningún familiar pueda suceder de forma inmediata a otro en un puesto popular. Así fue como anunció la iniciativa que en ese momento estaba siendo enviada al Congreso de la Unión, la cual no tendrá mayores problemas en ser aprobada dada la mayoría en ambas cámaras de Morena.

Y aunque muchos de los casos expuestos arriba no se tratan de una sucesión inmediata, sí habría que analizar los alcances de las iniciativas enviadas por Sheinbaum y entender los límites del nepotismo que ahí se describan. Sobre todo en el ámbito local, donde los pequeños cacicazgos se han apoderado de ayuntamientos enteros. Es tan dura la aduana que perfiles políticos de calidad no son tomados en cuenta por no tener un vínculo sanguíneo.

Por estrategia, muchos políticos en cargos de elección popular no heredan sus puestos a sus consanguíneos. A veces lo hacen son perfiles muy cercanos a quienes saben pueden controlar en cada una de las decisiones que tomen.

Ambas iniciativas pueden resultar positivas si hay conceptos claros, así como los alcances de las mismas. Porque de nada va servir prohibir el nepotismo si este se da, pero disfrazado. También si la reelección se camufla gracias a los famosos prestanombres que siempre están a la orden del mejor postor.

La realidad es que la falta de oficio político, así como de un verdadero compromiso social, puede terminar afectando la manera en cómo se legisla. Ya uno de los históricos de la izquierda mexicana lo dijo: ¡Chinguen a su madre, qué manera de legislar! Sí, el gran Porfirio Muñoz Ledo.

También valdría la pena analizar los efectos que tuvieron la reelección en los gobiernos, ya que una de las ideas era darle continuidad a los planes que no pudieron ser concretados por tiempos burocráticos. Y, de paso, hacer que las políticas transexenales o transtrieanales (en el caso de los ayuntamientos) no se vean afectadas por temas ideológicos-políticos.

Recordemos que en 2014 se hizo una reforma constitucional que permitió la reelección de diputados federales y locales hasta en cuatro ocasiones consecutivas y la de senadores, alcaldes y cargos municipales hasta en dos. En aquel año, el argumento fue: al querer ser reelegidos los políticos se verían obligados a rendir cuentas a sus votantes y así se reduciría la corrupción. Premisas que nunca o pocas veces se cumplieron.