Mexicana de Aviación: Turbulencia gubernamental

Irene Muñoz

Por: Irene Muñóz

La crisis en Mexicana de Aviación, la aerolínea estatal relanzada con el emblemático nombre que alguna vez simbolizó el orgullo nacional, pone de manifiesto los riesgos que generó un modelo gubernamental que priorizó las decisiones improvisadas sobre la planificación estratégica. Con la cancelación abrupta de ocho rutas clave, que representan el 50% de su operación, pérdidas acumuladas por 932 millones de pesos en nueve meses, y una dependencia creciente de subsidios, la aerolínea es insostenible en su estado actual.

Sin embargo, para la actual administración del Gobierno de México, encabezada por Claudia Sheinbaum, esta crisis podría convertirse en una oportunidad invaluable para marcar una diferencia clara respecto a las políticas improvisadas y ocurrentes de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Sin necesidad de confrontaciones, Sheinbaum tiene en sus manos la posibilidad de mostrar un liderazgo distinto, basado en la eficiencia, la rendición de cuentas y una visión de largo plazo que beneficie al país.

Mexicana de Aviación es una herencia de la improvisación y de una idea mal ejecutada. Arrancó con anuncios de grandes expectativas, pero las cifras revelan una realidad preocupante. En su primer año, la aerolínea transportó un promedio de 53 pasajeros por vuelo, a pesar de que sus aviones operados por el Ejército mexicano tienen capacidad para 180 asientos. En total, cerca de 384 mil pasajeros utilizaron sus servicios, un promedio de solo mil personas transportadas cada día en sus 19 operaciones. Estos números no solo reflejan el uso ineficiente que se dio de los de recursos públicos, sino también la falta de capacidad y estrategia comercial en su dirección, que asegure su sostenibilidad financiera.

A esto además se suma un proceso judicial en curso, que fue iniciado por SAT Aero, en el que se denuncia a Mexicana por incumplimiento de contrato y se le exige una compensación de 9.9 millones de dólares. Esto se sumaría en caso de ser negativo para la aerolínea, a los subsidios que llegan ya a más de 2 mil millones de pesos, lo que subraya la inviabilidad financiera del modelo actual.

Esta crisis en la aerolínea mexicana es sin duda una oportunidad para Claudia Sheinbaum, al tener la la oportunidad de corregir el rumbo, y demostrar que su proyecto de gobierno es mucho más que buscar una continuidad en un proyecto sin proyecto e implementar un modelo de gobernanza que privilegie la eficiencia y la rendición de cuentas sobre la ocurrencia. Esto no implica necesariamente renunciar al proyecto de Mexicana, sino transformarlo en una empresa que realmente funcione como un motor de desarrollo económico y conectividad nacional y que utilice herramientas de comercialización y promoción para convertirse en una opción atractiva para los usuarios.

Para lograrlo, es necesario generar una reestructuración integral, revisar completamente el modelo de operación de Mexicana, consolidando destinos con mejores horarios, más frecuencias y evaluando si es viable mantenerla bajo gestión estatal o si se requiere un esquema mixto que involucre alianzas estratégicas con el sector privado. Es necesaria la optimización de subsidios y en lugar de continuar transfiriendo recursos sin límites, se deben establecer objetivos claros de eficiencia financiera y operativa para que Mexicana pueda comenzar a operar con sus propios recursos y no mediante subsidios permanentes.

Mexicana podría haber sido un símbolo de innovación y orgullo nacional, pero hoy representa todo lo contrario. La falta de rumbo, la opacidad y el desperdicio de recursos no son viables en un país en recesión. Si el gobierno de Sheinbaum quiere recuperar la confianza y demostrar que puede liderar con eficacia, deberá tomar medidas urgentes y contundentes. De lo contrario, Mexicana quedará para la historia como otro proyecto gubernamental que nunca logró despegar.

 

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