Liébano Sáenz
No hay espacio a la confianza, y es necesaria una estrategia que contemple diversos escenarios; es preciso entender y asumir la nueva realidad que nosotros mismos hemos permitido…
Los cambios que se han dado a partir de septiembre son profundos y trascendentes. El 2024 deberá entenderse como un punto de consolidación de un proyecto que se propuso cambiar al régimen democrático. Es la realidad, y a partir de ella, hay que actuar, construir y visualizar lo que venga. Entender no significa migrar valores o abandonar los principios que llevaron al país de manera un tanto accidentada e incompleta, a su democracia.
No fue la democracia la que generó problemas nuevos, como el hecho de que se exacerbara la violencia y venalidad, que llevaron a amplios sectores de la población a desentenderse de su responsabilidad para defender el régimen de libertades, elecciones libres y poderes divididos y bajo escrutinio. Por razones históricas, la democracia que se centró en la dimensión electoral no construyó ciudadanía ni un sistema de partidos funcional a una transformación virtuosa del régimen político y de la calidad de gobierno.
Ahora el país enfrenta desafíos mayores en el plano de la seguridad, de la economía y de la relación con nuestros socios comerciales. Esto se hace presente en medio de una degradación institucional y con una dirección política centralizada y vertical, lo que a su vez complica lograr la unidad del conjunto para superar la incertidumbre y responder a los problemas en puerta.
En este contexto, se vuelve contraproducente minimizar o eludir los problemas. México tiene una situación financiera muy complicada por la falta de crecimiento y el incremento irresponsable del gasto en 2024. En materia de seguridad, hay apremiante urgencia de que el Estado recupere el monopolio legítimo de la fuerza en amplios territorios del país. La lucha contra la impunidad debe ser una cruzada nacional que a todos nos involucre y comprometa.
En el frente externo, la relación con el gobierno norteamericano con el arribo de Donald Trump plantea un reto de proporciones mayores. No hay que responder con temor o con exceso, pero tampoco asumir que las medidas radicales no habrán de ocurrir porque no conviene al propio EU. No hay espacio a la confianza, y es necesaria una estrategia que contemple diversos escenarios. Es preciso repensar el presente y entender y asumir la nueva realidad que nosotros mismos hemos permitido…