Donald Trump frente al T-MEC 2026

Por Salomón Rosas.

 

Muchos no saben, otros no se acuerdan y a la gran mayoría de los mexicanos se nos olvida que el T-MEC que está vigente y que opera actualmente fue negociado y firmado nada más y nada menos que con Donald Trump durante su primer mandato y que fue el resultado de las negociaciones que se llevaron a cabo con su equipo de trabajo. Por eso, ante el ruido extenuante que se ha generado en esta semana por las declaraciones recientes del Presidente electo de Estados Unidos de América de imponer aranceles a los productos que exporta México a su país; frente a la conmoción social generada por la postura asumida por Donald Trump de amenaza abierta al gobierno mexicano; y de cara al inicio de una etapa de revisión-negociación de los términos de la relación comercial con la primer potencia del mundo, conviene hacer un poco de memoria para entender un poco mejor de qué estamos hablando cuando nos referimos al T-MEC porque resulta que todos hablan del tema pero pocos han leído el Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC). Hacer una pausa y detenernos a revisar lo que está firmado actualmente y hacernos algunas preguntas que parecen relevantes para entender si lo que se va a revisar-renegociar tiene sentido o lógica para que se cambie o modifique o se deseche de plano.

El Decreto por el cual se publicó el T-MEC el 29 de junio de 2020 en México a la letra dice, entre otras cosas muy importantes, que “colectivamente las partes” (los tres países) están decididos a: FORTALECER DE NUEVO la amistad prolongada entre ellas y sus pueblos, y la sólida cooperación económica que se ha desarrollado a través del comercio y las inversión;AVANZAR el fortalecimiento de sus cercanas relaciones económicas; REEMPLAZAR el TLCAN de 1994 con un nuevo acuerdo de alto estándar del siglo XXI para apoyar el comercio mutuamente benéfico que conduzca a mercados más libres y justos,  y un crecimiento sólido en la región; PRESERVAR Y EXPANDIR el comercio y la producción regionales incentivando aún más la producción y el abastecimiento de mercancías y materiales en la región; MEJORAR Y PROMOVER la competitividad de las exportaciones y empresas regionales en los mercados globales, y las condiciones de competencia justa en la región; RECONOCER que las pequeñas y medianas empresas, incluidas las micro empresas (PYMEs), contribuyen significativamente al crecimiento económico, el empleo, el desarrollo de la comunidad, la participación de la juventud y la innovación, y a buscar apoyar su crecimiento y desarrollo mediante el mejoramiento de su habilidad para participar y beneficiarse de las oportunidades creadas por este Tratado; ESTABLECER un marco legal y comercial claro, transparente y predecible para la planificación de negocios que apoye una mayor expansión del comercio y la inversión; FACILITAR el comercio entre las Partes promoviendo procesos aduaneros eficientes y transparentes que reduzcan los costos y aseguren la predictibilidad para importadores y exportadores, y alentar la expansión de la cooperación en materia de facilitación del comercio; FACILITAR el comercio de mercancías y servicios entre las Partes mediante la prevención, identificación y eliminación de obstáculos técnicos innecesarios al comercio, el mejoramiento de la transparencia y la promoción de las buenas prácticas regulatorias; ELIMINAR los obstáculos al comercio internacional que sean más restrictivos de lo necesario; RECONOCER el importante trabajo que sus autoridades están realizando para fortalecer la cooperación macroeconómica, y; ESTABLECER un Tratado que aborde los retos y las oportunidades futuras del comercio y la inversión, y contribuir con el fomento de sus respectivas prioridades en el tiempo.A su vez, en el Capítulo 1 referente a las Disposiciones Iniciales señala en el Artículo 1.1: Establecimiento de una Zona de Libre Comercio y afirma que “las partes de conformidad con el Artículo XXIV del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) de 1994 y el Artículo V del AGCS (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios), establecen una zona de libre comercio”.

Aunque el Tratado tiene una vigencia hasta el 2036, dado que se firmó por 16 años; siendo que apenas cumplió cuatro años de vigencia el 1 de julio pasado; y aunque se encuentra formalmente a dos años de la revisión pactada en 2026 en la que, de acuerdo a lo acordado, los países podrán tomar la decisión de extender la vigencia actual del Tratado por 6 años adicionales, es decir, hasta 2042, o decidir si lo revisan anualmente hasta concluir la vigencia actual a 2036, lo cierto es que la revisión ya empezó porque la detonó el hecho político de las posturas asumidas por el Presidente Donald Trump. Sin embargo, lo importante es asegurar que los tres países cumplan con los compromisos establecidos en el T-MEC que está firmado, de tal suerte que lleguen a la revisión formal con los argumentos necesarios para garantizar la estabilidad que el marco regulatorio del acuerdo otorga a la relación comercial trilateral. Habiendo dicho lo anterior y sin abundar en los beneficios que para las tres naciones ha significado el T-MEC -que están a la vista y en todas las estadísticas disponibles- hoy lo políticamente importante es preguntarnos si el Donald Trump que firmó el Tratado que está vigente es el mismo Donald Trump que llegará a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025. ¿Será que el próximo Presidente de Estados Unidos ya no cree en el libre comercio? ¿Será que sus representados le están exigiendo suprimir el T-MEC? Si como podemos afirmar la respuesta a esas dos preguntas es negativa; entonces, entender la lógica política del personaje con el que habrá que revisar el acuerdo es fundamental para tener éxito en la estrategia nacional. A mi entender, habrá T-MEC, nos arreglaremos con Estados Unidos y con Donald Trump, y será para bien de la región más próspera del mundo: Norteamérica.