Durante años, se ha debatido sobre el impacto de la luz azul emitida por las pantallas de smartphones en la calidad del sueño. Sin embargo, una revisión reciente de 11 estudios internacionales, publicada en Sleep Medicine Reviews, sugiere que este temor podría estar exagerado.
Contrario a las preocupaciones previas, la investigación no encontró evidencia sólida que respalde la idea de que la exposición a la luz de las pantallas antes de dormir afecte significativamente la capacidad para conciliar el sueño. Stuart Peirson, profesor de neurociencia circadiana en la Universidad de Oxford, señaló que “la evidencia de que el uso de teléfonos inteligentes cerca de la hora de dormir afecta el sueño y los ritmos circadianos no es sólida”.
El debate sobre los efectos de la luz azul comenzó en 2014 con un estudio de la Universidad de Harvard, que indicó que los dispositivos emisores de luz podrían retrasar el sueño en unos 10 minutos si se utilizan intensamente antes de dormir. Sin embargo, Peirson destaca que este estudio implicaba condiciones extremas de uso, como leer en un iPad con brillo máximo durante cuatro horas antes de acostarse, algo poco común en la vida cotidiana.
Las pantallas de los smartphones, aunque más brillantes que antes, siguen siendo mucho menos intensas que la luz solar y las bombillas LED domésticas, lo cual reduce su potencial impacto en la supresión de la melatonina, la hormona del sueño. Además, los teléfonos modernos están equipados con ajustes de brillo adaptable que pueden reducir el deslumbramiento en ambientes oscuros, minimizando así posibles efectos negativos en el descanso nocturno.
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Aunque la luz azul no ha sido completamente exonerada, los expertos sugieren que otros factores como el contenido consumido en las pantallas, como el trabajo o el uso excesivo de redes sociales, pueden tener un impacto más significativo en la calidad del sueño. Además, los niños, debido a su sensibilidad particular, podrían verse más afectados, aunque el problema radica no solo en la luz, sino en la naturaleza y el uso interactivo de los dispositivos.
Para mitigar cualquier riesgo potencial, se recomienda seguir prácticas como la regla “20-20-20”: cada 20 minutos, tomar un descanso para mirar un objeto a 20 pies de distancia durante 20 segundos, para reducir la fatiga ocular. No obstante, evitar el uso de pantallas antes de dormir sigue siendo una medida prudente para mantener una rutina de sueño saludable.
En resumen, mientras continúan las investigaciones, la percepción de la luz azul como un factor decisivo en el insomnio podría necesitar una revisión en función de evidencia científica más precisa y relevante para la vida cotidiana