Por: Liébano Sáenz
De una lista nominal de aproximadamente 98.5 millones de ciudadanos con credencial de elector, sólo unos 60 millones salieron a votar. Esto es que 38.5 no pudieron o no quisieron hacerlo. De esos 60 millones, 22.7 lo hicieron porque no continuara la 4T. Además, casi 1.5 millones anularon su voto o votaron por algún candidato no registrado. Al sumar los 22.7 con los 1.5 resulta que 24.4 millones no quisieron abiertamente votar por la continuidad.
La suma de esos 24.4 más los 38.5 que no se manifestaron en las urnas es de 62.9 millones que ya sea con su voto o con su silencio e inacción contribuyeron al resultado final, mientras que 35.9 millones votaron por la continuidad. Es decir, el destino del país lo decidieron aproximadamente cuatro de cada 10 ciudadanos. El reto que tiene la presidenta electa es gobernar para todos.
Datos de dos encuestas de salida (El Financiero y GEA-ISA) permiten explicar qué pasó con el voto de las llamadas clases medias, las que aparentemente constituían el grueso del movimiento social de la “Marea Rosa”.
De los resultados de las encuestas de salida mencionadas se observa que, en la de El Financiero, los respondientes que se autoclasificaron como de clase media votaron por Claudia Sheinbaum (CS) a razón de 59%; mientras que por Xóchitl Gálvez (XG) lo hizo 30% y 11% por Máynez (JAM), por lo que en este segmento CS superó ampliamente a los otros dos candidatos. Dentro de los que se clasificaron como de clase media alta la preferencia por CS fue de 49%, la de XG fue de 41% y la de JAM fue de 10%. Se aprecia entonces que, en este último segmento, CS estuvo prácticamente a la par que la suma de los candidatos del cambio.
Algo parecido se registró en la encuesta de GEA-ISA, ya que entre quienes declararon tener el rango más alto de ingresos y que presumiblemente corresponden a la clase media y media/alta; CS superó a los dos candidatos del cambio a razón de 57% a 43%.