El 26 de abril se celebra el Día de la Visibilidad Lésbica. Probablemente todos hayamos escuchados estos día de “visibilidad” dirigidos a ciertos grupos pero ¿qué significa esto? Los seres humanos tenemos esta tendencia natural a rechazar lo que no conocemos, si algo o alguien escapa de nuestros conceptos ya conocidos, por miedo, ignorancia y un mero instinto de supervivencia, lo apartamos o lo ignoramos. Que haya un día dedicado a la visibilidad nos ayuda a conocer aquello que desconocemos y así comprenderlo para incluirlo en nuestro círculo.
Además, hablando particularmente de las mujeres homosexuales, este día ayuda a muchas a no seguir escondidas, a sentirse acompañadas por todo un colectivo que ya no sólo invita y anima a “salir del clóset” sino a luchar por una vida libre de discriminación y en igualdad de derechos. No podemos ignorar a alguien que tiene una firme voluntad por hacerse visible, al mismo tiempo, ponerse en el reflector ahuyenta la discriminación, nadie quiere apartar a alguien bajo un faro porque quedaría evidenciado por esa misma luz.
Aunque aún hay mucho por hacer, también se reconoce que la lucha ha avanzado, antes se buscaba simple visibilidad y reconocimiento, ahora se habla de representación en todas las esferas de la vida pública, de presión para reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo y de referentes, líderes y modelos a seguir lesbianas que logren empoderar aún más al grupo.
¿Cuáles son los retos actuales? A pesar de los avances en general, aún hay cerca de 70 países que tipifican como ilegales las relaciones entre personas del mismo sexo y las castigan con cárcel, castigos físicos o incluso la muerte. También el acceso a la salud y los derechos reproductivos es uno de los temas urgentes en la agenda del grupo. En ambos casos, los estigmas pueden provocar vivir con miedo o sin derecho a sanar y nada de esto debería depender de las diferencias y particularidades de un cuerpo.
Los roles de género son otro frente de batalla que las lesbianas se encuentran peleando, aunque, sobre todo en Mèxico y países latinoamericanos, la mujer sigue siendo vista como sumisa, dependiente o “femenina”, la realidad es que estos conceptos encasillan y limitan no sólo a las lesbianas, sino que impiden que cualquier mujer pueda desarrollar su propio potencial por miedo a ser rechazada o discriminada por no mostrar estos mal conceptualizados “atributos”. Sin embargo, es cada vez más visible que ellas también pueden ser fuertes, dependientes y hacer cosas consideradas como “masculinas” con excelencia.
En Mèxico, según el INEGI, de las 5 millones de habitantes mayores de 15 años que se consideran parte de la comunidad LGBTQ+, 500 mil mujeres se auto identifican como lesbianas. Es un número significativo pero no muy grande que habla por si solo: sigue habiendo miedo, estigmas, exclusión y discriminación que hacen pensar dos veces dar un paso al frente o no.
Más allá de los datos, la lucha social o política, esto es un tema y una lucha humana. ¿Por qué alguien tendría que ser señalada en la calle por dar un beso o tomar de la mano a quien ama? ¿Por qué no podría tener las mismas oportunidades laborales o de acceso a servicios? ¿Por qué alguien tendría que vivir con miedo de ser quien es y experimentar ansiedad y depresión o incluso pensar en el suicidido? No hay una respuesta lógica para ninguna de esas preguntas.
La lucha es de ellas pero también la responsabilidad es de toda la sociedad, apoyar, respetar e incluir puede venir de cualquiera y puede hacer la gran diferencia para animar su andar e incluso salvar una vida.