En un acto de audacia y violencia, un grupo armado detuvo varios vehículos en la autopista Orizaba-Puebla, entre los cuales viajaban el obispo de la Diócesis de Orizaba y dos sacerdotes. Los delincuentes, armados con armas largas, amenazaron a los religiosos y les obligaron a entregar sus pertenencias, incluyendo objetos de valor y objetos episcopales destinados a sus templos.
La pérdida más significativa fue la insignia episcopal de oro arrebatada al prelado. Tras el asalto, el obispo y los sacerdotes emitieron un mensaje en el que pidieron a Dios que toque los corazones de los responsables del sufrimiento que causan. Asimismo, instaron a las autoridades civiles a asumir su responsabilidad y reforzar la seguridad en la zona.
Este incidente no es un caso aislado, ya que otros automovilistas también fueron despojados de sus bienes y mercancías durante el asalto masivo.