La minería en Latinoamérica se enfrenta a grandes desafíos, sobretodo en términos de seguridad laboral y ambiental.
Uno de los episodios más recordados es el desastre de la mina El Teniente en Chile, donde una explosión cobró la vida de 355 trabajadores. Aunque han pasado años desde este suceso, los riesgos persisten y se manifiestan en eventos como el incendio en la mina de oro La Esperanza en Arequipa, Perú, donde perdieron la vida 27 personas.
A pesar de que Perú es uno de los principales productores de oro a nivel mundial, la seguridad de los trabajadores aún es motivo de preocupación. Datos oficiales del Ministerio de Energía y Minas revelan que entre 2018 y mayo de 2023 se reportaron 138 accidentes en minas formales, con un total de 220 trabajadores fallecidos, la mayoría de ellos en operaciones de mediana y gran minería.
Colombia también ha sido escenario de tragedias mineras, como la explosión en una mina subterránea en Antioquia en 2014, que dejó 12 mineros atrapados, y el derrumbe en una mina de oro en Caldas en 2021, donde 15 trabajadores quedaron atrapados.
En México, el colapso de la mina de carbón El Pinabete en Coahuila en agosto de 2022 cobró la vida de diez trabajadores y aún se están realizando labores de rescate para recuperar los cuerpos.
Además de los peligros para los trabajadores, la minería en Latinoamérica también ha generado desastres ambientales devastadores. En Brasil, el desastre de Mariana en 2015 y el colapso del dique de la mina Corrego de Feijao en 2019, ambos propiedad de la empresa Vale, resultaron en la pérdida de vidas humanas y daños irreparables al medio ambiente y comunidades indígenas.
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