El Vaticano y la NASA se unen para vigilar asteroide

En 2018 la NASA con la misión OSIRIS-REX encontró el asteroide Bennu, ahora se han externado precauciones con respecto al asteroide ya que podría impactar la Tierra en años venideros.

Bennu (como se ha nombrado al asteroide), pesa 17 mil millones de kilos, muestra una velocidad de 100 mil kilómetros por hora, mide 500 metros de diámetro y de acuerdo a su trayecto, podría colisionar con la Tierra en 160 años, por el 2182, aunque es baja la probabilidad, se mantiene latente.
Se espera que las muestras recopiladas por el Osiris del asteroide arriben a la tierra el 24 de septiembre, posterior se iniciaría una carrera contra el tiempo para preservar las muestras dentro de nuestro ambiente, evitando contaminantes y así poder llegar a conclusiones sobre Bennu.
Bob Macke, hermano jesuita, es un astrónomo del Observatorio Vaticano y orgullosos busca mostrar que la fe y la ciencia pueden trabajar juntas, lo expresa para un portal provincial de jesuitas.
Es por esto que Andrew Ryan, dirigente de operaciones de el Osiris se acercó a Macke para encomendarle una tarea: Desarrollar un dispositivo que analice la densidad y porosidad de Bennu para tener bien identificado a Bennu.
Ese artefacto sería ni más ni menos que un picnómetro, mismo que Macke elaboró en 5 semanas con apoyo de estudiantes de la Universidad de Arizona y colaboradores del telescopio de tecnología avanzada del Observatorio del Vaticano en Tucson.


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Con el artefacto planean examinar las muestras que se reciban el próximo 24 de septiembre y así determinar que tipos de rocas forman el asteroide y qué materiales pueden ser aprovechados del mismo.
Macke señala que su misión nunca será con intereses, ya sea colaborando con la NASA o en proyectos más modestos, la experiencia siempre será evangelizadora para él.
Bennu, ha estado en el radar de la agencia desde su descubrimiento en 1999, tiene una probabilidad de 1 en 2,700 de chocar contra nuestro planeta.
Si esto ocurriera, podría devastar una área del tamaño de Texas, liberando una energía comparable a 22 bombas atómicas.Y aunque sea más pequeño que el que extinguió a los dinosaurios, seguiría siendo un evento catastrófico.