Por Azul Etcheverry
El soft power estadounidense, entendido como esta influencia cultural mediática, nos ha hecho creer que la vida de un mexicano sin documentos en ese país es complicada, que lo que le espera a cualquier nacional que decida cruzar la frontera sin permiso es una vida de forajido, es jugar al juego del sigilo y del silencio, escabulléndose de un escondite a otro para no ser descubierto, detenido o deportado.
Pero el soft power es solo eso, un mecanismo para tratar de vender una idea, que, en este caso, está alejada de la realidad. La realidad es que hay más de 36 millones de mexicanos en Estados Unidos, la mayor diáspora y el mayor flujo migratorio binacional de un país y otro. Por obvias razones, el gobierno ha puesto manos a la obra y a la fecha tenemos más de 50 representaciones en ese país.
Este dato habla de la presencia mexicana en el vecino país que, con estos números, no es ni silenciosa, ni sigilosa ni está escondida, es visible, latente y como el rugir del cañón, sonora. La red consular más grande de un país en otro, ninguna otra nación tiene más presencia diplomática, política y hasta social que México en Estados Unidos.
El asunto no se queda solo en los números sino en el actuar, por ejemplo, esta semana se llevó a cabo la “Semana de Derechos Laborales 2023” a lo largo de esta robusta red consular, bajo este nombre simplón, los Consulados llevan a cabo diferentes actividades con el fin de poner al alcance información y herramientas para que los mexicanos conozcan y hagan valer sus derechos.
Esto nos pone un poco más en contexto al tiempo que nos da también un toque de realidad, no solo la presencia es notable, sino que es bien conocida por los estadounidenses al punto que existen agencias del mismo gobierno, organizaciones y abogados que se dedican todos los días a promover, proteger y hacer valer garantías laborales para nuestros connacionales tales como pago de salario justo y en tiempo, no discriminación y condiciones de salud y seguridad adecuadas en el trabajo, todo esto sin importar su situación migratoria
El cuento del forajido se acabó, y gracias al trabajo, esfuerzo y dedicación de ellos, han logrado ahora poder gozar de protecciones que los amparan, que los animan a vivir sin miedo, a alzar la voz por el gran aporte e impacto económico y social en el país del norte.