MISIONES,  DEBERES Y COMPROMISOS

26 de agosto de 2023
Taller acerca del Sínodo de la Sinodalidad
Sacerdote Daniel Valdez García
INTRODUCCIÓN
Como comunidad parroquial del Divino Salvador en Capultitlán, y con la invaluable colaboración de la Escuela de Pastoral, hemos llevado a cabo un enriquecedor Taller acerca de la Etapa Continental hacia el destacado Sínodo Universal de la Sinodalidad, que tendrá lugar en Roma durante el próximo mes de octubre.
En un taller se encuentran los insumos y herramientas necesarias para llevar a cabo una obra, como por ejemplo, la carpintería, la herrería, la alfarería, entre otras disciplinas. En nuestro caso, nos referimos a la obra que Dios busca realizar en cada uno de nosotros por medio de la inspiración del Espíritu Santo a lo largo de nuestro caminar junto a Jesucristo.
Los “Instrumentum laboris” o documentos de trabajo han recorrido un trayecto que se ha extendido desde las parroquias hasta los decanatos, desde los decanatos hasta las diócesis, y desde las diócesis hasta las provincias. En la actualidad, con la Etapa Continental que hemos culminado, presentamos de manera precisa y concisa nuestros resultados, que compartimos con todos.
1.         MISIONES ECLESIALES
Cada Asamblea Episcopal alrededor del mundo ha brindado Conclusiones interesantes y motivadoras. Nos percatamos de que esta Etapa nos ha permitido descubrir las Misiones que nos instan a una evangelización más profunda, fraternal, inclusiva y unificadora.
Reconocemos que aún existe un considerable número de católicos que rechazan las labores evangelizadoras y, por consiguiente, las responsabilidades eclesiásticas.
“Caminar juntos” no es un simple lema, sino la esencia misma de la Iglesia; no son solo los pastores quienes debemos avanzar, sino que, al igual que Jesús, el Buen Pastor, los pastores hemos de tener el aroma de las ovejas. Tanto los pastores como las ovejas debemos llevar la agradable fragancia de Cristo (2 Co 2, 15). Observamos que hay un gran grupo de católicos que solo son conocedores del rito sacramental, y también existen otras personas que creen que al cumplir con algún sacramento han cumplido con su compromiso íntegramente, lo cual no es el caso. Más bien, es cuando apenas se inicia el compromiso de ACOMPAÑAR felizmente los procesos de evangelización de cada nuevo miembro de la Iglesia.
La tarea eclesial más genuina debe arraigarse en una conversión continua, tanto a nivel personal como familiar, parroquial y eclesial. Es esencial que seamos conscientes de la imperante “conversión antropológica” frente a un mundo plagado por la dictadura del relativismo, los gobiernos populistas y el creciente secularismo que nos arrastra hacia una sociedad descristianizada.
2. DEBERES DEL CATÓLICO
Por naturaleza, el ser humano tiende hacia la costumbre, y esta se convierte en norma, y la norma a su vez se transforma en ley.
Las leyes y mandamientos de la Iglesia nos hablan de las obras de misericordia, tanto materiales como espirituales. Entre las obras espirituales de misericordia se encuentra la de “instruir al ignorante”. Sin embargo, enseñar no implica imponer ni condicionar, sino tener la habilidad de proclamar la Palabra, insistir en el momento adecuado y en el inadecuado, persuadir, convencer, aconsejar; todo ello siempre con paciencia y enseñanza (2 Tim 4,2).
Es innegable que las más recientes generaciones manifiestan una inclinación hacia el rechazo de las tareas, deberes y responsabilidades, formando un rechazo total. Los motivos subyacentes son variados, resaltando la falta de voluntad para aplicarse, el deseo de obtenerlo todo desde la comodidad y con el mínimo esfuerzo. Los niños y jóvenes fácilmente abandonan aquello que demanda una mayor dosis de esfuerzo y se entregan durante horas a las maravillas de las nuevas tecnologías.
Los deberes religiosos surgen como resultado de nuestro encuentro con Jesucristo, quien vive en nosotros y desea que sepamos vivir plenamente (CV, 13). Estas responsabilidades refuerzan los valores humanos y las virtudes cristianas, ya que sin ellas, el entorno se torna opresivo. El epicentro de todo esto se halla en el ámbito familiar, considerado la primera escuela del evangelio, así como en la parroquia, una casa y escuela acogedora que fomenta y acompaña las obras de misericordia. La parroquia también fomenta el compromiso eclesial en el contexto concreto y cristaliza los resultados fructíferos de la gracia divina en el fiel y generoso cumplimiento de los deberes religiosos.
Ser párroco o “cura animarum” trasciende con creces las meras facultades, conformando una gracia estatal que impulsa a la comunidad en la primacía de la gracia (NMI, 38). Es un respaldo extraordinario conferido por el Espíritu Santo a aquellos que reciben un sacramento o asumen una nueva responsabilidad.
El Papa Francisco es un ejemplo de paciencia y escucha atenta, ya que sin estos elementos resulta imposible transitar juntos. De lo contrario, se perdería a algunos o arrastraría a otros. El servicio dedicado a la escucha atenta y a la paciencia tolerante siempre será recompensado por la divina providencia (Fil 4, 19). Dios no exige nada que esté más allá de nuestras capacidades, y “no nos somete a pruebas que no podamos resistir” (1 Co 10, 13).
   3.         COMPROMISOS RELIGIOSOS
Escuchar para dialogar y dialogar para discernir constituye el camino hacia el Sínodo de la Sinodalidad. No se trata de modernizar la Iglesia de manera superficial, sino de abordar la tarea interminable de evangelizar y cumplir auténticamente los deberes cristianos, permitiendo al Espíritu Santo guiar nuestro accionar en el cumplimiento de nuestras obligaciones que definen nuestra identidad católica.  Algunos hablan de “la Iglesia que ha muerto”, porque olvidan que la Iglesia pertenece a Cristo y prevalecerá contra las fuerzas del mal (Mateo 16, 18).
Cuando en el seno de la Iglesia surgieran voces de aflicción ocasionadas por nuestras acciones, es porque no hemos sido capaces de percibir las heridas que aquejan a los demás. Sin una sensibilidad misericordiosa, resulta imposible llevar a cabo la “Comunión, Participación y Misión” en el ámbito eclesiástico, tanto individual como colectivamente (EC, 2023). La Iglesia, en su esencia, actúa como vehículo de salvación. Por esta razón, se configura como un medio para el cumplimiento de la misión, imbuido en un espíritu de comunión y participación.
Por otro lado, no podemos afirmar que únicamente la pastoral social aborda las “llagas de Cristo”, es decir, las distintas heridas que afligen a los miembros de la Iglesia. Cada una de las orientaciones pastorales, al escuchar, dialogar y discernir, podrá tomar decisiones más acertadas en beneficio del bien común. Además, nos enfrentamos globalmente a una desoladora desesperanza derivada de los ataques a Dios y a la Iglesia. Asimismo, nuestras limitaciones para satisfacer las necesidades superan los recursos disponibles y, en ocasiones, incluso nos sentimos impotentes. Por esta razón, resulta primordial que en todos los aspectos y ante cualquier situación, nos dejemos inspirar por los esclarecedores pasajes bíblicos de los Discípulos de Emaús (Lucas 24, 13-35) y la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37). En ellos encontramos a Jesús mismo, el Buen Samaritano que camina a nuestro lado. Todo ello debe enmarcarse dentro de las bienaventuranzas (Mt 5, 3-12) y las obras de misericordia (Mt 25, 31-46).
Todas las voces son valiosas dentro de la Iglesia; Jesús, al poner a los niños como ejemplo y al advertir sobre aquellos que los escandalizarlos que es preferible sumergirse en lo más profundo del océano (Mc 9, 42). Cristo nos anima a no descuidar ningún esfuerzo para proteger a los más vulnerables, así como a buscar incansablemente a la oveja perdida (Mt 18, 12-13); en la Iglesia ninguna persona es superflua. Si cumplimos con nuestro primer deber, que es amar a Dios por encima de todas las cosas y situaciones, puedo asegurarles que no habrá dificultad mayor para cumplir con nuestras tareas y responsabilidades (1 Jn 4,8).
No debemos olvidar que las heridas en la Iglesia están directamente relacionadas con las heridas del mundo, así como las crisis sociales se reflejan en las crisis vocacionales. Esto nos llama a prestar mayor atención y a ser auténticos, arraigados en el infinito y misericordioso amor de Dios. En este sentido, María, la Santísima Virgen, nos brinda el máximo ejemplo a través de su ternura y bondad, en su rol como Madre de Dios y Madre nuestra (Nican Mopohua). Cada persona que visita la Insigne Basílica de Guadalupe es VIDENTE de la presencia de la Virgen, y es su amor maternal le infunde confianza para que como peregrinos de esperanza, caminando juntos, celebremos la gracia del Jubileo Ordinario del 2025; en el 2031 el Jubileo por los 500 años de la presencia de la Virgen Santísima en estas tierras de América Latina, así como el Gran Jubileo de los dos mil años de la Redención en el 2033. Avivemos la fe, inflamemos nuestra caridad y alentemos nuestra esperanza con sinodalidad.