Por: Liébano Sáenz
En los tiempos actuales de la política, lo que prevalece es lo inesperado. Las narrativas que hasta hace poco parecían lineales, ahora son dinámicas. La constitución del Frente Amplio por México es un punto de quiebre respecto a lo que parecía como dos inevitables certezas políticas: el triunfo de Claudia Sheinbaum como candidata oficial y el de Morena en la elección presidencial.
Hay razones para creer que estos dos escenarios eran aceptados por las dirigencias de la oposición. Si bien han cedido a la ciudadanización en el proceso de selección del candidato(a) presidencial, la razón es porque su prioridad se dirigía a la elección de legisladores; se pretendía un candidato competitivo no tanto para ganar, sino para mejorar sus números en lo concurrente.
Sin embargo, han cambiado las coordenadas políticas. Por primera vez la oposición ha ganado la conversación y el debate mediático. El mismo Presidente, sin querer lo ha propiciado y se ha vuelto el promotor involuntario de la candidatura de Xóchitl Gálvez, la que ha sido el centro de atención en estas dos semanas. Los aspirantes de Morena se han visto desdibujados. En cambio, el proceso de registro de los de la oposición ha sido una buena plataforma para su exposición pública.
La realidad es que en pocos días se ha transitado de la certeza a la incertidumbre, algo propio de toda realidad democrática. Falta mucho tiempo para la elección, más aún, todavía no se conoce quienes serán candidatos. Lo que sí es una realidad es que se han modificado las coordenadas de la política. Lo más relevante es que la derrota del oficialismo en la elección presidencial es pensable. Se acabó por ahora la inevitabilidad del triunfo de Morena.
En este nuevo escenario, destaca el hecho que el presidente no muestra destreza para actuar en condiciones de incertidumbre. No advierte que el costo de sus errores es mayor y más que impactar a su gobierno o a su persona afecta a los propios, en particular a los aspirantes afines. Lo que más se conoce del proceso es la inconformidad de unos y otros, así como el desorden en las actividades que realizan en búsqueda de mejorar sus posibilidades para ganar la encuesta, que no es otra cosa que la candidatura presidencial. Pero solo eso.