Los suicidas no siempre parecen suicidas

Por Cristina Plazas Michelsen

El Festival de Cannes otorgó el premio al mejor comercial del año a “La última foto”, una campaña que busca generar conciencia y prevenir el suicidio.

 

Este comercial nos sumerge en un profundo remolino de emociones al mostrar imágenes de personas que, en apariencia, viven momentos de felicidad desbordante, pero que, tristemente, deciden poner fin a sus vidas.

 

Es un recordatorio crudo y conmovedor de la contradicción que existe entre la sonrisa radiante que exhiben ante el mundo y la angustia interna que los consume.

 

Estas imágenes nos golpean en lo más profundo del corazón, ya que nos enfrentan a la dura realidad de que las apariencias engañan. Nos revelan la profunda lucha que muchas personas  enfrentan en su interior, mientras intentan desesperadamente mantener una fachada de perfección y felicidad en las redes sociales y en la sociedad en general.

 

Es desgarrador pensar en las sonrisas que vemos en esas imágenes, sabiendo que detrás de ellas se esconden tormentos y desesperanza. Nos hace reflexionar sobre el dolor silencioso que muchas personas llevan consigo sin que nosotros, como espectadores, podamos percibirlo.

 

Este comercial nos obliga a abrir nuestros corazones y a ser más compasivos con aquellos que nos rodean. Nos enseña la importancia de no juzgar a las personas por su apariencia externa, sino a escuchar, comprender y brindar apoyo incondicional a quienes puedan estar luchando en silencio.

 

Es un llamado de atención para que nos alejemos de la superficialidad y nos concentremos en la verdadera esencia de las personas. No olvidemos nunca la famosa frase del libro “El Principito” que nos dice que “Lo esencial es invisible a los ojos”.

 

Nos recuerda que todos estamos batallando nuestras propias batallas internas y que, en lugar de compararnos y juzgarnos unos a otros, debemos tender una mano compasiva y ofrecer nuestro apoyo sincero.

 

Este premio  nos invita a reflexionar sobre la importancia de crear una sociedad más empática y solidaria, donde el estigma y el juicio se desvanezcan para dar paso a la comprensión y al amor incondicional. Nos recuerda que, al tomar conciencia de las luchas internas de los demás, podemos marcar una diferencia significativa y ayudar a prevenir tragedias como el suicidio.

 

Que esta campaña nos toque profundamente y nos inspire a tomar medidas, tanto a nivel personal como colectivo, para promover la compasión, la empatía y el cuidado genuino hacia aquellos que enfrentan la oscuridad en sus vidas.

 

Juntos, podemos marcar la diferencia y construir un mundo donde cada individuo se sienta valorado, amado y comprendido en su totalidad.

 

Esta columna se la dedicó a Andrés Villate; siempre en mi corazón.