China y México han desviado a atención sobre el origen de los precursores para la producción del Fentanilo, y se resisten a un acuerdo para frenarlo
Los Ángeles Press
Detenciones de proveedores e intermediarios para producir Fentanilo ha generado tensión internacional.
Por Guadalupe Lizárraga
Durante diez años, uno de los vínculos entre China y México para el suministro ilegal de precursores químicos en la producción del fentanilo fue Ana Gabriela Rubio Zea, de 32 años. Representante comercial del Cártel de Sinaloa en Pekín se presentaba como “los más grandes de México” y enviaba mensajes cifrados a Wu Yonghao, representante de ventas del proveedor de productos químicos Wuhan Shuokang Biological Technology Co Ltd.
Rubio fue detenida el 17 de marzo por la Policía de Guatemala y extraditada a Estados Unidos después de tres años de estarla investigando. El fiscal general Merrick Garland, en su informe para sustentar la acusación presentó cargos contra los hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, como jefes del cártel, contra Rubio Zea como una de las intermediarias y contra Wu Yonghao como uno de los proveedores, entre unas treinta personas más.
En esa audiencia, el fiscal aludió a que era “la operación de tráfico de fentanilo más grande, violenta y más prolífica del mundo”. Basándose también en un reporte de la DEA de 2019 en el que se refiere a un comerciante mexicano que de manera independiente compraba los precursores químicos de China. Ese informe, lo dio a conocer el grupo internacional de piratas informáticos Anonymous en el vertedero de documentos “BlueLeaks” en junio de 2021. Refiere que un hombre anónimo de Sinaloa fue enviado a “comprar grandes cantidades adicionales de precursores químicos de fentanilo directamente de China” en nombre del cártel de Sinaloa.
El caso arrojó luz sobre las redes internacionales que han construido los cárteles mexicanos y los métodos comerciales que emplean en el lucrativo mercado del fentanilo.
Sin embargo, China ha negado reiteradamente su relación con la producción de fentanilo ilegal en México. En abril de este año, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que México no les había notificado la incautación de ningún cargamento ilegal de precursores químicos.
México reaccionó intentando desviar la atención hacia la demanda en Estados Unidos, pero guardó silencio sobre la incautación de los 25 kilogramos de precursores que Rubio Zea compró a China en septiembre de 2021 para enviarlos “a narcotraficantes en México para la manufacturación, importación y distribución de fentanilo”, precisa el informe del fiscal.
La fiscalía estadounidense lo que hizo fue recopilar las pruebas de la relación entre el cártel y las entidades chinas. Para cuando China negó su involucramiento en la producción de fentanilo tras el llamado de atención de México, en marzo de este año, ya se había detenido a Ana Gabriela Rubio Zea y a Wu Yonghao, pero el rastreo de las cadenas de suministro y las redes de lavado de dinero del cártel de Sinaloa en China son investigaciones iniciadas desde hace casi una década, pero que avanzaron sustancialmente en 2018.
Por esta situación, se ha generado tensión entre Washington y Pekín, alimentada por las acusaciones de robo de propiedad intelectual y espionaje, así como por las tensiones geopolíticas en Taiwán y la guerra en Ucrania. Una tensión que se extiende a México, e impide la cooperación internacional de una política antinarcóticos seria y efectiva, no como ha simulado México desde 2001, cuando Genaro García Luna en el CISEN inició relaciones con el cártel de Sinaloa, y durante dos sexenios fingió combatirlo. Lo mismo que hacía años antes el expresidente Carlos Salinas de Gortari con Juan García Ábrego, del cártel del Golfo con el auge de la cocaína.
Pero, actualmente, el que México y China no reconozcan una co-responsabilidad en el fentanilo ilegal fortalece y abre nuevas puertas al crimen organizado de ambos países, generando para México el mayor impacto por la violencia de los cárteles y los experimentos humanos en las fronteras como se han dado para calcular dosis no mortales, además del deterioro del comercio legal.
Channing Sophia Mavrellis, directora del área especializada en comercio ilegal del think tank Global Financial Integrity, con sede en Washington DC, explica que cuando el fentanilo apareció por primera vez en la calle, procedía casi en su totalidad de China y llegaba a EEUU por “correo postal”.
“En un principio, esto era sólo una forma de completar otras drogas callejeras cuando les quedaba poco producto, pero ahora se han percatado de que el consumidor responde bien a esta droga”, aseguró Mavrellis. Según la DEA y el Departamento de Justicia, desde al menos 2019, el grueso del fentanilo ilegal que entra en Estados Unidos se ha producido en México utilizando precursores químicos chinos.
El 26 de abril, Mavrellis, testificó junto a Christopher Urben, exagente especial adjunto de la DEA, en la audiencia del subcomité de la Cámara de Representantes estadounidense titulada ‘China, nuestro patio trasero (en alusión a México); cómo las organizaciones chinas de blanqueo de capitales enriquecen a los cárteles’.
Urben, en esa audiencia, animó a considerar la necesidad de sincronizar internacionalmente esos esfuerzos contra la delincuencia organizada china y el blanqueo de dinero en concreto.
No obstante, tras el reciente golpe contra el cártel de Sinaloa y sus vínculos chinos por las detenciones de hace unos meses de la intermediaria guatemalteca y el proveedor de Pekín, la tensión de México y China contra Estados Unidos es ha incrementado. La posibilidad de enfrentar este desafío global en un acuerdo de cooperación para combatir su tráfico ilegal se ve muy lejana.