Marcelo Ebrard Casaubón, el actual canciller de México, afirmó recientemente en un evento en Xalapa que no aspira a ser el favorito del presidente López Obrador, sino a ganar la encuesta y convertirse en el candidato de Morena para la presidencia del país. Ebrard recordó que ya ha sido el sucesor de López Obrador en el pasado, durante su mandato como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, por lo que considera que podría ser etiquetado de esa manera de nuevo.
“De hecho, soy el sucesor de Andrés. Digo, que me pueden tipificar así, me pueden calificar así porque así ha sido. Fui el sucesor en la Ciudad de México, cuando yo entré al gobierno ganamos con el 45 por ciento de los votos. Cuando salí del gobierno, nuestros candidatos, entonces no existía Morena, estábamos en otro partido, ganamos la ciudad con el 64 por ciento”.
El canciller resaltó la importancia de respetar la voluntad del pueblo y de llevar a cabo una competencia transparente y respetuosa para determinar al candidato de Morena. Según Ebrard, las encuestas actuales indican que él cuenta con el mayor apoyo en todo el país, lo que lo motiva a seguir trabajando con dedicación para alcanzar sus metas políticas.
Ebrard subrayó su trayectoria de 42 años de preparación para este momento y sus 23 años trabajando al lado de López Obrador, asegurando que nunca ha traicionado su confianza. Durante su gobierno en la Ciudad de México, logró elevar aún más la aceptación electoral y sus candidatos ganaron la ciudad con un 64% de los votos.
En el evento, organizado por la Cámara Mexicana de la Construcción, Ebrard también destacó la fortaleza del peso y la expectativa de un crecimiento económico del 2.5%. Asimismo, señaló que la tensión geopolítica entre China y Estados Unidos puede generar oportunidades para que empresas extranjeras se reubiquen en México. Ejemplificó con la llegada de empresas como Tesla, BMW y Constellation Brands a México, por su ubicación estratégica.
Finalmente, Ebrard mencionó que México está destinado a la grandeza, lo que significa eliminar la pobreza extrema y la corrupción, y construir un estado cada vez más próspero, sin violencia contra las mujeres y sin feminicidios.