9 de abril de 2023
Por el Sacerdote Daniel Valdez García
1. ✠ Evangelio según San Mateo (28,1-10):
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.
De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve.
Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba,y vayan en seguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán’. Esto es lo que tenía que decirles”.
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
2. Propuesta de reflexión:
Hermanos y hermanas en Cristo Jesús,
Porque este año corresponde al evangelio de san Mateo en el Ciclo A, he querido retomar el pasaje sobre la resurrección atribuido a él, además les dicho que durante esta cincuentena Pascual voy a estar refiriéndome al Catecismo de la Iglesia Católica (CATIC), el cual es una fuente inagotable para todo el que evangeliza puesto que también catequiza, así enseña Catechesi Tradendae: “Entre evangelización y catequesis no hay separación ni oposición, pero tampoco identificación pura y simple” (n. 18). Alguno se preguntará: ¿y por qué el catecismo?; respondo, porque la catequesis es ineludible, incluso el Papa Francisco nos da todos los miércoles sus catequesis, ya que él mismo se catequiza.
Les invito a abrir sus mentes y sus corazones porque es una de las mejores maneras en que podemos “caminar juntos”, es decir en sinodalidad. El maravilloso Catecismo al que me referiré en este tiempo de Pascua hunde sus raíces más profundas en la revelación Bíblica, el rico Magisterio de la Iglesia, la Sana Tradición, el Derecho Canónico de la Iglesia y la fe del santo pueblo de Dios. Bienvenidos a esta maravillosa experiencia que nos ayudará creer y madurar en la fe por convicción.
El CATIC fue publicado en 1997 por el Papa san Juan Pablo II, tiene cuatro partes: La profesión de fe; los sacramentos de la fe; la vida de fe; y la oración en la vida de la fe. Como se podrán dar cuenta, es muy completo, pue se trata de lo que anunciamos, lo que creemos, lo que celebramos y lo que vivimos en Cristo Jesús.
Hoy inicio con el numeral 26: “Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: “Creo” o “Creemos”. Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los Mandamientos y en la oración, nos preguntamos qué significa “creer”. La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida”. Para nosotros los cristianos, es Dios mismo quien sale a nuestro ENCUENTRO, como lo hemos escuchado al final del pasaje del evangelio de hoy.
El ser humano es “capax Dei”, es decir que el Hijo de Dios, la Palabra se hizo inmanente, se encarnó, « se hizo Hombre y puso su casa entre nosotros » (cf. Juan 1, 14; Hebreos 2, 17), para mostrarnos el camino hacia Dios (cf Juan 14-21).
La bella secuencia que cantaremos estos días de la Octava de Pascua nos dice en una de sus estrofas: “Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado, la muerte en ti no manda”. Es decir que ser “capaces de Dios” nos ayuda a comprender que ni la muerte, ni el sepulcro no han tenido la última palabras, Cristo vive y nos quiere vivos.
Escuchamos que las mujeres acudieron al sepulcro, vieron la tumba vacía, el alegre ENCUENTRO con el Resucitado cambio su vida y a toda prisa dieron testimonio, vivieron su pascua, y la cita con el Resucitado sería en Galilea, Vamos a llamarle el “Segundo Llamado”, pues el primero inició ahí, Galilea significaba el primer amor, el entusiasmo, los milagros y ser las primeras misiones; sin embargo, Jerusalén fue la humillación, la traición, la negación, la muerte y el miedo a los judíos. Jesús los hará salir de Jerusalén como él salió del sepulcro y los hará ir a Galilea para ese “segundo llamado”.
Me queda claro que al paso del tiempo, las presiones de la gente, las preocupaciones de esta vida nos dejan en desilusiones y hasta amarguras buscando culpables en lugar de hacernos responsables. Pensemos en aquellos que la muerte, el dolor, el sufrimiento y hasta la muerte hacen que la gente se vuelva “exigente e indiferente”, como dice Aquilino Polaino (1983), o en palabras de Apolo Soyuz: “permanecen distintos y distantes” (2010). Por eso hemos de salir de Jerusalén y hemos de ir a la “segunda llamada”, a la Galilea de nuestra vida.
La Pascua de Jesús nos hace vivir nuestra propia Pascua, como las mujeres que se vuelven del sepulcro llenas de gozo y han sido “capax Dei”, tuvieron experiencia del amor de Jesús que arrojó su luz admirable, por eso hemos de volver siempre a Galilea, es decir a esa “Segunda Llamada”, es lo que en parte nos dice el CATIC, puesto que CREO, CREEMOS en Jesús que le ha dado sentido a nuestra vida.
Amén, amén Santísima Trinidad.