Estimados todos
Inicio con una serie de planteamientos que nos lleven a tener más claridad sobre la Epifanía o Manifestación del Señor a todas las naciones. En la piedad persiste el 6 de enero como “Día de Santos Reyes”, la solemnidad de la Epifanía ya la celebraron en otros lugares como en Roma, España y otros. Voy a trazar el camino siguiendo la estrella en el relato bíblico, la espiritualidad y la práctica cotidiana.
EL RELATO BIBLICO:
El libro del Génesis narra que habiendo creado Dios el sol y la luna, «y también a las estrellas» (1, 16). Prometió a Abraham que su «descendencia sería incontable como las estrellas del cielo», lo cual es una constante en labios de los patriarcas (Génesis 15, 5; 22, 17) Siguiendo la lectura, capítulos después leemos que «un día José soñó que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante él y lo adoraban» (Génesis 37, 9). En el libro del Deuteronomio hay advertencias de no adorar a los astros del cielo (Deuteromio 4, 19; 17, 3; Job 38, 31-33; 2 Reyes 23, 4-5).
Los salmos reconocen poética y proféticamente la belleza de las estrellas (Salmos 136, 147, 148). Descuella de entre estos pasajes el del libro de los Números: «Dice Balaam hijo de Beor, dice el hombre cuyo ojo es perfecto; dice el que escucha los dichos de Dios, el que tiene el conocimiento del Altísimo; el que ve visión del Todopoderoso, caído, pero con los ojos abiertos: “Yo lo veré, pero no ahora; lo contemplaré, pero no de cerca: Una estrella saldrá de Jacob, se levantará un cetro de Israel. Aplastará las sienes de Moab y los cráneos de todos los hijos de Set. También Edom será conquistada; Seír será conquistada por sus enemigos. Pero Israel hará proezas; uno de Jacob dominará y destruirá a los sobrevivientes de la ciudad» (Números Nm. 24, 2-7. 15-17).
Hasta aquí, en lo que llamamos Antiguo Testamento es notable la relación que hay entre los judíos y las estrellas. Y por supuesto que el Nuevo Testamento lleva a su plenitud dicha revelación de Dios. Leemos en el evangelio de san Mateo: Unos magos vivieron de Oriente porque habían visto su estrella y acudieron para adorarlo, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí, la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño; «cuando vieron la estrella, se regocijaron sobremanera con gran alegría» (Mateo 2, 2-9).
San Pablo en su carta a los Filipenses retoma lo dicho Jesús acerca de ser luz en el mundo; para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecen como estrellas en el mundo» (2, 15).
El último libro de la Biblia, el Apocalipsis, tiene un fuerte énfasis en dos pasajes, cito el más conocido: «Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (12, 1), más adelante leemos: «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel a fin de daros testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana» (22, 16), y el apóstol Pedro dice «hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones» (2 Pedro 1, 19).
LA ESPIRITUALIDAD
En el evangelio de san Lucas leemos en el cántico se Zacarías: «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1, 78-79) y dice el final del pregón pascual: “Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos”.
EN LA PRACTICA COTIDIANA
Al menos en el común denominador de nuestro entorno, el 6 de enero tiene su propia fuerza ya que el 5 le antecede con la llamada “Noche de Santos Reyes”, días antes los niños llenos de ilusión hacen sus cartas para pedir sus regalos. Todos sabemos que no todos los niños reciben regalos ni tampoco lo que ellos pidieron, pero lo cierto es que hay muchas personas que ayudan a los Santos Reyes Magos para que los niños NO PIERDAN LA ILUSION. Todo eso es plausible, y es importante que seamos Iglesia en salida, ir en busca de los alejados e incluso de los que no conocen a Jesús, «el Sol que nace de lo alto», iluminar como el lucero matinal que es signo de Cristo.
EPIFANÍA es una palabra griega que significa “manifestación”, y con esa palabra nos referimos siempre Cristo de quien mañana celebramos su bautismo, y escuchamos la manifestación del Padre, esa una TEOFANÍA; y que el Espíritu Santo descienda en forma de paloma es una PNEUMATOFANÍA; Cuando Jesús transformó el agua en vino se manifiesto a sus discípulos y creyeron en él (Juan 2). Por cierto, si se trata de la Virgen María es una MARIOFANIA, como es el caso de la aparición de nuestra señora de Guadalupe.
Bueno, pues con lo dicho hasta el momento podemos decir que tanto los judíos, como para otras culturas y sin lugar a dudas la nuestra, estamos familiarizados con las estrellas. Ahora hagamos juntos del Camino de la Estrella como aquellos sabios venidos del Oriente para adorar al recién nacido rey. Disculpen que hoy no me ocupe de rey Herodes, prosigo, preguntar e importe, pero hay que ponerse en camino, hay que “ponerse en los zapatos del otro”, como dice el refrán. La Sabiduría de esos hombres los llevo al palacio porque ahí viven los reyes, es la lógica del mundo. Y responden que el profeta Míqueas ha dicho que el lugar es «en Belén de Juda» (5, 2). Andando el camino de la estrella al llegar al lugar ésta se detuvo y ellos se postraron para adorarlo y abriendo sus cofres ofrecieron sus regalos. Ahora, vamos no sólo a cuidar la ilusión sino la inocencia de los niños, de las niños, la tuya, la mía y la de todos. Prosigo con la parte final:
Rezamos con el salmo 18: «El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra» (18, 2.3) y proseguimos con el salmo 8, diciendo: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y dignidad».
Cada vez que pensemos en los niños, hagamos el camino de la estrella con una búsqueda atenta a lo que se necesita evitando lo que un adulto quiere, enseñemos a los niños el camino de la estrella para que siempre encuentren a Jesús. A veces no se tendrá que hablar, sino actuar. El evangelio de san Mateo nos da cuentas del camino de la estrella, pero no tenemos ni una sola palabra de ellos, ni de san José, ¡Y tuvieron tanto por hacer para el recién nacido rey de Israel!
EL camino de la estrella no fue el cometa Halley, como algunos lo han aseguraban. Hay una hermosa y brillante conjunción que se dio el 25 de diciembre del 2020, se trata de Júpiter y de Saturno que se cruzarán en el cielo nocturno y, por un breve momento, parecerán brillar juntos como un solo cuerpo celeste. Lo cual según los expertos astrónomos predicen que aparecerán más cerca que en casi ocho siglos y también más brillantes.
Hacer el camino de la estrella es andar, ser Iglesia en salida sin esperar a que los más vulnerables vengan a la Iglesia; se trata de preguntar, de ser cordiales, amables, fraternos y sobre todo cercanos dejando nuestras posibles comodidades; y es buscar para dejarse guiar, dejar que Dios vaya construyendo nuestra historia como lo hizo con María y José a quien los sorprendió con la encarnación de su Hijo amado. Hacer el camino de le estrella es HACER MAS Y HABLAR MENOS, como todos aquellos que este año ayudaron a los Santos Reyes Magos. El Evangelio es la estrella más refulgente que nos guía a Jesús mismo, y los sabios venidos del Oriente nos representan a todas la naciones, pues «Dios quiere que todos seres humano se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad» (1 Timoteo 2, 3). Este manifestación de del Hijo de Dios es a todas las naciones y llamado universal a la santidad (Lumen Gentium, 11), y un día reunidos con él lo adoraremos en su compañía.
Niños y niñas, jueguen, estudien, recen y amen mucho a Dios.
¡Felicidades a todos mis pequeños amiguitos!