Acudir a conciertos masivos de nuestros artistas favoritos, siempre resulta una experiencia única, en ocasiones se nos pone la piel de “gallina” e incluso la felicidad dura hasta el otro día, pero ¿cuál es la razón por la que nos gusta asistir a este tipo de eventos?.
Es sencillo se genera una sensación de comunidad, elimina tensiones, calma desde un punto de vista social y también las emociones contradictorias, e incluso genera dopamina y serotonina en el cerebro, dos hormonas que son las responsables de la felicidad, así lo dio a conocer una investigadora de la UNAM.
Además, al cantar también producimos dopamina, la hormona de la felicidad. Y cuando nos sincronizamos en una práctica musical se ha detectado que enriquece al ser humano. “La música compartida con el otro es realmente poderosa”.
Se ha demostrado que cuando compartimos una experiencia musical, como un concierto masivo, es mucho más fácil ser empático con lo que otras personas sienten.
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Además, en un concierto la experiencia musical es totalmente diferente, dependiendo de si vamos con alguien con quien compartimos algo en particular o no.
Conciertos masivos ¿Cuál es la perspectiva personal?
La música forma parte de nuestro entorno, además, hay investigaciones muy interesantes, como por ejemplo cuando una persona sufre un accidente vascular es capaz de cantar pero no de hablar.
En el cerebro, la música se relaciona con el hipocampo que es el encargado de manejar las emociones, también se vincula con el pensamiento abstracto en el lóbulo frontal.
La música requiere de tiempo y concentración para una memoria a corto y largo plazo. Realmente se trata de una actividad cognitiva sumamente sofisticada y que apoya el desarrollo del pensamiento y la capacidad de abstracción.
Decodificar la música, tanto desde el punto de vista vernáculo como del académico, se necesita de un aprendizaje previo, de la memoria, la motivación del momento y la emoción que estamos viviendo.
De hecho, la música puede pensarse desde una perspectiva personal, social y desde los medios de comunicación que apoyan otras experiencias colectivas como el cine, añadió la académica universitaria. Además, la música tiene una importancia desde la época en que la escuchamos, nos da una introspección muy especial.
Nos enseña la complejidad de nuestro organismo como totalidad. Por ejemplo, en el cerebro se da una bioquímica y neuroquímica y así las redes neuronales van entrelazando nuestro comportamiento y además mejora la parte fisiológica. Por eso, escuchar música nos genera una sensación de bienestar.
“El arte nos permite desarrollarnos y mirarnos en un espejo, conocer nuestro interior y aprender”, concluyó la académica universitaria.
Es por estas razones que resulta gratificante y emocionante acudir a conciertos masivos, pues de cierta forma nos ayuda a un mejor funcionamiento emocional y psicológico.
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