Con la permanencia del conflicto internacional, el precio de las importaciones de la turbosina, de las cuales depende el mercado mexicano, se ha multiplicado. En enero pasado, un litro de turbosina distribuido en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México se cotizaba en 13,40 pesos, seis meses más tarde, en junio, el mismo litro se vendió en casi 24 pesos, según los datos de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), principal comercializador secundario de este combustible en el país.
Pese a estos esfuerzos, el alza en el combustible ya registró estragos en sus costos operativos. En su reporte al segundo trimestre de este año, la línea aérea contabilizó un incremento de costes en 61% respecto al mismo periodo de 2021, rebasando los 710 millones de dólares. “Durante el trimestre, la compañía trasladó una fracción del alza del precio del combustible mediante incrementos de las tarifas o, en determinados casos, reasignó vuelos a rutas más rentables, manteniendo bajo control los costos que excluyen el combustible,” declaró Enrique Beltranena, presidente y director de Volaris al presentar su reporte bursátil. De marzo a junio, la firma reportó una pérdida neta de 49 millones de dólares.
El ex director general de la Cámara Nacional de Aerotransportes (Canaero), Rodrigo Pérez Alonso, explicó que el combustible es el principal costo operativo de una aerolínea, por lo que al darse un incremento se generan afectaciones que se trasladan en gran parte al consumidor final, en este caso, el viajero.
Datos de Monitor del Estado de la Actividad Aérea (Monitoreaa) muestran que la tarifa promedio al mes de agosto de 2022 para vuelos nacionales se ubica en 3 mil 752 pesos, más de 78 por ciento de lo que valían en igual mes del año pasado; para diciembre se proyecta que lleguen hasta en 10 mil 247 pesos.
Pérez Alonso explicó que del porcentaje de aumento del combustible, las aerolíneas deciden la estrategia de una parte al absorberlo en sus finanzas y la cantidad que al final debe solventar con el mercado.