Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar el mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
En julio 2018, Andrés Manuel López Obrador, por cuarta ocasión, peleaba por el título a la Presidencia de la República. Su rival, el poseedor de la banda tricolor, resulto un superligero, al que le pesaban los puños y todo el cuerpo; era un peleador defendiendo su cinturón, con mirada perdida y piernas de algodón.
Cuando sonó la campana e inicio la contienda, los peleadores intercambiaron sus primeros golpes de rigor, el de la esquina izquierda, midió la distancia y estudio a sus contrincantes, para propinarles, en seguida, un sólido golpe electoral de treinta millones de votos a su favor, provocándoles una caída fulminante.
El triunfo de su pelea estelar se explica por sí solo; no tuvo rivales, porque, sus adversarios habían perdido el piso desde hace algún tiempo atrás.
Previo a la pelea principal, los autollamados “campeón de campeones”, optaron por el esparcimiento antes que cumplir sus promesas. Prefirieron refugiarse en su espacio de riqueza codiciosa y subrepticia; alardear del poder acumulado y disfrutar a sus anchas de sus momentos de confort. Refinaban cuidadosamente su patetismo, lo mismo les daba subirse a un helicóptero oficial, trasladarse de su casa al jardín de enfrente y jugar golf (en horario de oficina), que salir de compras al extranjero, con sus amigos y familiares, en vehículos oficiales.
En pocas palabras, despreciaron la política y le dieron la espalda a la sociedad. Ni cuenta se dieron que ya habían perdido todo nivel de competencia. El electorado únicamente se encargó de darles una buena lección y ponerlos en su lugar.
Ahora el nuevo campeón, el de la esquina izquierda, disfruta de sus triunfos y aunque preferiré los combates cortos; también, impone las nuevas reglas.
Algunos de sus triunfos, comentan quienes saben de ello, han sido arreglados y hay, cuando menos, uno más en proceso, el Estado de México.
Antes de llegar a la silla presidencial, en su larga etapa de entrenamiento, el retador tuvo el tiempo suficiente para afinar y mejorar su técnica de reflejos y su capacidad de reacción al momento del combate. A lo largo del tiempo y con libreta en mano, registraba fallas, debilidades, excesos y costumbres deshonrosas de sus adversarios.
Quién diría que ahora, esa libreta de notas es su mejor instrumento para gobernar. Acude cotidianamente a ella, para medir y saber sobre cada rival en turno.
Dentro de sus apuntes, también, trae algunas consideraciones de familiares, amigos, socios, patrocinadores y de alguno que otro, amarrador de guantes de sus adversarios y sus antepasados. Eso le otorga cierta ventaja al momento de iniciar sus peleas y anuncian triunfos anticipados.
Para alcanzar el objetivo deseado -la presidencia de la República- el nuevo campeón, no solo trabajo mente y cuerpo; sino que, también, creo un nuevo estilo de combate con el propósito de mermar el equilibrio, la confianza y la fuerza de sus adversarios.
Técnicamente, aplica un doblez político, que tiene como objetivo plegar cada una de las partes que integran el poder protector de un adversario, hasta reducirlo a su mínima expresión, para concretarlo realiza las siguientes acciones:
Primero desequilibra el entorno del personaje objetivo, enfocándose a su equipo más cercano -empresarios, secretarios, fiscales, funcionarios electorales, amigos, etc.- habla con ellos, cifradamente, para concientizarlos e invitarlos a hacerse a un lado y no interponerse de frente en la contienda que está por arrancar y lo hace; a través, de elocuentes mensajes mañaneros.
Golpea en su confianza, lo saca de su concentración (altera su estado emocional), de ser necesario lo exhibe, para eso está su libreta de apuntes. Inmediatamente después, viene el zapeo o cambio de actitud, lo invita a formar parte del proyecto de la cuarta transformación.
Por último, menoscaba la fuerza de su popularidad y legitimación. Habla con el pueblo sabio y abiertamente les comunica su decisión y deseo de quien debe de ganar la pelea.
Así, es como el presidente Andrés Manuel, aplica su nueva técnica de boxeo político, en cuatro sencillos pasos.
Les ocasiona una orfandad política, provoca enfrentamientos entre su grey, los aísla de cualquier protección legal y los deja bajo un riesgo inminente de caer noqueados mediante un contundente izquierdazo, que ni el cloroformo los podría despertar.
Ahora, así se construyen las alianzas políticas y se destruyen otras; es también la nueva forma de negociar los asuntos importantes del país y el modo de sumar gobernaturas para Morena; bien podríamos tildar esta práctica de ilegal y autoritaria, si quieren, pero no hay nadie, nadie, hasta ahora, con el interés, ni el peso, ni la influencia política y ni siquiera con el deseo real de combatirla.
Ahora, mis preguntas finales: sobre el campeón de la esquina izquierda, ¿conservará el mismo desempeño en los rounds que están por iniciar, como para alargar sus victorias?, ¿Qué tal arbitro, le restará puntos por golpear por debajo del cinturón o le temblará la mano? ¿Cómo va ese el doblez en el Estado de México?, porque la toalla ya está lista para tirarse, según lo expresado en el Informe.
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega