Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar él mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
Hace casi 25 años, Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente Salinas, era declarado culpable de asesinar a José Francisco Ruiz Massieu; fue arrestado el ex gobernador de Quintana Roo Mario Villanueva, acusado de colaborar con carteles de las drogas y estalla una huelga en la UNAM, envuelta en algunos actos de violencia.
En el Estado de México, iniciaba un nuevo periodo de gobierno encabezado por Arturo Montiel Rojas, con la proclama de “Un gobierno cercano a la gente” y junto con él se inauguraba, también, un nuevo estilo para ejercer el poder político mexiquense.
La clase política estatal por primera vez podía estar segura que se encontraba dentro del radar del gobernador, aun sin estar incorporado en su equipo de gobierno, pues siempre Don Arturo Montiel encontró la forma de mostrar agradecimiento a todos sin excepción, ni distinción alguna.
Fue una administración cíclica, de relevos políticamente adecuados, todos fueron considerados y si acaso hubo quien no; no fue por falta de consideraciones del Gobernador, sino por falta de tiempo.
Para Montiel Rojas, existían prioridades inexcusables que debían cumplirse por quienes formábamos parte de su Gabinete, no nos quería dentro de las oficinas escondidos o agazapados, como ahora se costumbra.
Otra virtud del Licenciado Montiel es una que en muy contadas ocasiones se ve; tenía una fuerte conexión con todos los funcionarios públicos de su administración -era una conexión mano a mano- por eso, no era difícil recibir una llamada personal, a cualquier hora del día, solo para preguntarte en qué municipio andabas y debido al conocimiento fotográfico que tenía respecto a su Estado instruía, visitas a ciudadanos que él sabía necesitaban de una consideración especial de su Gobernador.
1999 fue un año previo a la perdida de la presidencia de la República; pero también, fue el momento en el que se establecían las nuevas bases de un plan estratégico de largo alcance para el Estado de México.
Ante los nuevos retos, las adversidades extraordinarias y el resultado de las elecciones presidenciales del 2000, el Gobernador reformulo la actuación política del Estado en su entorno local y nacional; nos instruyó a fortalecer nuestros equipos de trabajo y a incrementar nuestra presencia y actividad en el estado; para ello, se crea el Programa de Regionalización Estatal, que derribaba por completo el concepto de gobierno central.
Además de crear espacios ciertos y claros para que los liderazgos regionales opinaran, participaran e incidieran en la solución de problemas locales regionales; ese oportuno programa de gobierno era la puerta de acceso al proyecto estatal para toda la clase política mexiquense.
Fue el de Arturo Montiel, un gobierno visionario de gran calado que logro beneficios más allá de su tiempo para su Estado, para su equipo de trabajo y para los equipos de los gobernadores subsecuentes; y desde luego, para los propios gobernadores que le siguieron.
Cuanto se extraña en estos tiempos y esa operación política; por eso, me viene a la memoria este episodio mexiquense, cuando nos encontramos muy cerca de un escenario sinuoso y lleno de confusiones que está a punto de cruzarse frente a nosotros.
Para el Estado de México, la perdida de la presidencia de la República no fue orfandad, constituyo, más bien, la mejor oportunidad para hacerse cargo de su espacio político por sí solo y templar el carácter mexiquense otrora reconocido y a veces temido en varios Estados.
En pocas palabras, ese episodio fue la razón más importante para visualizar desde el Palacio de Lerdo, un proyecto nacional, que reclamaba, en primer lugar, recobrar como identidad el orgullo mexiquense y como la razón más importante de la lucha política en el país.
Arturo Montiel no desperdiciaba el tiempo tratando de encontrar seguridad para él y su equipo, porque no lo necesitaba; ahora se pierde mucho tiempo en ello; tampoco canjeo dignidad por presupuesto, ahora se da la mendicidad, antes que pedirlo por justo derecho.
La lección aprendida consiste en que, no es lo mismo gobernar por herencia que por un liderazgo legítimo; en la primera espera obediencia a ciegas, en la segunda recibirás lealtad simple. Y, por último, no es lo mismo Gobernar con un equipo de trabajo que con un grupo de amigos cercanos, en el primero espera resultados en el segundo, prepárate para la traición.
Quienes tuvimos la suerte de formar parte de su Gabinete sabíamos sobre la responsabilidad y la importancia de cumplir con nuestras obligaciones, pero el Gobernador, siempre nos ganaba, porque era el primero en hacerlo con las suyas. Nos daba el ejemplo.
Ahora, Mis preguntas finales: en esta ocasión no hay nada que preguntarse, excepto ¿Por qué?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega