• La distribución de las venas en las palmas de las manos es un biométrico para el reconocimiento de personas que puede ser usado en ámbitos como la seguridad de los bancos o el control de pasajeros en los aeropuertos.
Con tecnología de bajo costo, especialistas del Centro Universitario Valle de Teotihuacán de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) trabajan en el reconocimiento de personas mediante la distribución de las venas en las palmas de las manos.
José Francisco Solís Villareal, Profesor de Tiempo Completo de este espacio universitario, indicó que la distribución de las venas en las palmas de las manos es un biométrico para el reconocimiento de personas que puede ser usado en ámbitos como la seguridad de los bancos o el control de pasajeros en los aeropuertos.
Para ello, precisó, es necesario obtener la información a través de una cámara multiespectral. “Nuestra capacidad visual nos permite ver longitudes de onda que van de los 400 a los 700 nanómetros, mientras que la información con la que nosotros trabajamos está alrededor de los 900 y mil nanómetros, no visibles al ojo humano, pero que si se pueden detectar con una cámara espectral, que también permite detectar la diferencia de temperatura”.
El líder del Cuerpo Académico “Investigación en computación”, con registro en la SEP, abundó que como parte de su trabajo de investigación no detectan los pliegues, es decir, lo que está en la superficie de la piel y sí la diferencia de temperaturas que hay en las venas con respecto al tejido que las envuelve.
Esta información, aseveró, es única para cada persona y nos permite reconocer a un individuo de manera eficiente. Una ventaja de esta biometría es que para hacer el reconocimiento, la persona de quien se está leyendo la información tiene que estar viva, por la identificación de temperatura.
Señaló que hay antecedentes de trabajos de este tipo, pero las limitaciones para trabajar el tema son económicas, es decir, las cámaras que tienen mejor información o mayor resolución tienen tecnología relativamente nueva y muy costosa. “Estamos hablando de cámaras que pueden costar de cuatro mil a 40 mil dólares”.
Por ahora, sostuvo José Francisco Solís Villareal, nosotros trabajamos con una cámara multiespectral que tuvo un valor aproximado de 50 mil pesos, con un sensor muy económico, muy sencillo, un CCD -Charge Coupled Device-, que a pesar de no ser propiamente para obtener este tipo de longitudes de onda, hemos podido implementar bien.
En la actualidad, dijo, la tecnología de las cámaras multiespectrales es de laboratorio y no comercial; se aplica en satélites o tecnología militar, por ejemplo, para identificar yacimientos de petróleo o minerales. Sin embargo, en algún tiempo, cuando se reduzca su costo, la veremos en aplicaciones de teléfonos inteligentes o para ingresar al coche.
Refirió que, por ejemplo, para el reconocimiento de la huella dactilar es necesaria una lente de alta resolución, ya que se requiere ver los pliegues pequeñitos de la superficie de la piel; sin embargo, el sensor es muy barato porque trabaja sobre el espectro visible y hay una gran cantidad de opciones, comerciales y económicas. “Además, el sistema óptico y la distancia a la que tiene que estar el objeto con respecto a la lente es corta y la información tiene otro tipo de procesamiento”.
Cabe destacar que en este trabajo de investigación participan también los investigadores David Martínez Martínez y Oscar Espinoza Ortega, así como expertos y estudiantes de la Universidad Politécnica de Tulancingo.