Jorge Sánchez Romero ha compartido las experiencias con sus clientes, la tristeza de ver morir desde perros hasta vacas que no tenían remedio y también ha experimentado sentimientos de impotencia cuando en medio de su jornada laboral se encuentra con personas que son indiferentes al sufrimiento de los animales.
Subraya que su profesión defiende, ante todo, el respeto a todo ser vivo.
En el Día del Veterinario, conmemorado este 17 de agosto, el hombre de 58 años de edad permitió que se adentrara en sus dos pasiones: la clínica “Pocas Pulgas” y la veterinaria “Mucha leche”, ambas ubicadas en San Martín Texmelucan, en donde, junto con otros cuatro profesionales, atiende diariamente 25 animales domésticos en promedio y a un variado número de ganado, sobre todo vacas, caballos, borregos y cerdos.
Sánchez Romero se encarga personalmente de la ganadería, porque es la especialidad que llamó su atención desde su formación profesional, ya que proviene de una familia en la que la crianza de animales de traspatio era una de las principales actividades económicas.
Compartió que, acostumbrado a cuidar de vacas y otros animales, decidió realizar estudios de nivel superior para ayudar a sus padres, ya que pensó que “así se ahorrarían el pago del veterinario”, de tal forma que realizó sus estudios en la Escuela Superior de Medicina Veterinaria en Chipilo.
No obstante, señaló que en la práctica se sintió limitado cuando no podía realizar cirugías y por eso decidió especializarse en producción animal en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cursar un diplomado en intervención quirúrgica en la Universidad Autónoma de Tlaxcala y certificarse ante el Conservet.
“De repente llegaba a atender a una vaca o a una perra que necesitaba una cesárea porque no podía tener a su cría y era un sentimiento de impotencia no poder hacer nada por ellas, le tenía que decir al cliente que su animal necesitaba una cirugía, pero yo no podía ayudarlo, no sabía hacerlo. Eso fue lo que me motivó a aprender más, para poder hacer más por los animales”, dijo.
Se puede querer a un perro y también a una vaca
Jorge explicó que a su consultorio han llegado personas que están dispuestas a salvar la vida de sus animales, aunque regularmente se cuida más de los perros o gatos, ya que como mascotas se les considera parte de la familia y esto es algo que raramente ocurre con el ganado.
“En los animales de establo es distinto porque para la gente representan dinero, son su fuente de ingresos, entonces es muy común que el cliente pregunte ‘¿es seguro que la vaca se salve?’, antes de decidir invertir dinero para operarla, porque están viendo el costo-beneficio. Si aún les va a dejar utilidad, le invierten, y si no, deciden sacrificarla llevándola al rastro, aunque también me ha tocado ver a gente que se encariña con sus animales y dicen ‘¡esta vaca me ha dado mucho, lo menos que puedo hacer es regalarle más tiempo de vida, opéremela!’”, expuso.
Refirió que el bienestar animal no solo se queda en el cuidado de las mascotas, sino que aplica para todas las especies, motivo por el que en su quehacer diario trata de promover que en los establos se cuide bien del ganado, no se le maltrate, ni someta a condiciones de estrés.
“Es complicado, pero la gente debe aprender que si quiere que sus animales estén bien y sean más productivos los debe tratar bien, no les deben pegar a las vacas, tenerlas amontonadas o sin los espacios que necesitan para desarrollarse, porque entonces son animales que no van a tener buen rendimiento en leche”, explicó.
El veterinario confesó que para los profesionales todavía resulta complicado promover el bienestar animal en la ganadería, porque hay propietarios que desconfían de las técnicas y argumentan que ellos siempre han criado animales de traspatio de una sola forma o maltratándolos.
“Me costó en mi misma familia, cuando después de estudiar llegué a decirle a mi padre que la forma en que tenía a las vacas no era rentable, que no le servía de nada tener 20 vacas si no le daban rendimiento y que tenía que adecuar mejor los corrales. Es una cultura que cuesta cambiar”, recordó.
Para el veterinario, una mascota no tiene precio
Francisco Reyes Sierra también labora en la veterinaria. Junto con sus compañeros se encarga de atender a las mascotas, así que recibe perros, gatos y hasta tortugas, hurones y hámsters.
Mientras atiende a un perro que enfermó tras tragar un trozo de jerga y que estuvo internado cuatro días, el veterinario de 32 años de edad compartió que lo más difícil de su profesión ha sido ver la tristeza de las personas que llegan a pedir atención para una mascota por la cual no puede hacer nada.
“Hoy en día los animales son parte de la familia y hay gente que da todo por sus mascotas, entonces claro que te invade el sentimiento cuando tienes que dormir a un perro o a un gato que ya no tiene remedio. Es triste desde que se lo recomiendas al dueño, porque los ves sufrir mientras su mascota muere”, aseveró.
Sin embargo, sostuvo que también siente indignación cuando los clientes ven a los animales como un objeto y no como a un ser vivo del que tienen que hacerse responsables como propietarios, así que trata de generarles consciencia de ello para que atiendan al perro o gato.
“A veces uno les dice que se necesitan hacer estudios para dar bien un diagnóstico y desde ahí no se muestran dispuestos a invertir mil o dos mil pesos en una radiografía, por ejemplo, entonces hay quien dice que les sale más barato dejarlo morir y comprarse otro perro o gato. Eso es algo que no debería ser y sí causa un sentimiento de impotencia, pero trato de hacerles ver que el animal siente y ellos son los responsables de ayudarlo”, destacó.
Compartió que a sus 32 años, la experiencia que más lo ha marcado en su profesión es una cirugía que logró con éxito para extirpar un tumor de gran tamaño a un perro, ya que, pese a las dificultades, consiguió que la mascota venciera al cáncer.
Promover el cuidado responsable, tarea de los profesionales
Víctor Manuel García Apanecatl y Miguel Ortega Sánchez tienen 24 y 26 años de edad, respectivamente, y desde que eran estudiantes de veterinaria comenzaron a realizar prácticas en el consultorio porque su interés era comenzar a aplicar lo aprendido en las aulas.
Miguel compartió que desde niño comenzó a sentir que tenía vocación de veterinario, ya que le llamaban la atención los libros sobre los animales y siempre tuvo mascotas, así que ahora busca seguir especializándose en lo que le apasiona.
“Creo que el momento en que uno siente más satisfacción es cuando recibimos a un paciente, lo tratamos, vamos viendo cómo va evolucionando y cuando se van se van bien, recuperados. Alguna vez, haciendo el servicio, tuve a cargo un perrito que costó mucho trabajo sacarlo adelante en el área de hospitalizados y después de que se fue, a los pocos días lo llevaron a revisión y la hija del dueño nos regaló unos corazones que había hecho con el nombre de su perrito para agradecernos. Esa es nuestra mayor satisfacción”, resaltó.
Agregó que desde su labor diaria trata de contribuir para que los animales no reciban maltrato, ya que considera que los perros y gatos en situación de calle son un problema de salud pública, que está causado por la falta de una tenencia responsable de mascotas.
El especialista señaló que todavía hay muchos mitos sobre la esterilización y en áreas rurales es difícil que la población asuma plenamente la responsabilidad de tener a un perro o gato, de tal forma que terminan siendo arrojados a la calle y con ello se les condena a una mala y corta vida.
En lo anterior coincidió su colega Víctor, quien platicó que hay personas que llegan a la veterinaria buscando opiniones sobre qué raza de perro deben comprar para regalarlo a sus hijos pequeños, sin plena consciencia de la responsabilidad que implica llevar a un ser vivo a casa.
“Me ha tocado que la gente me pregunte qué perro le puede regalar a su hijo de tres años y pues les contesto que con todo respeto un animal no es un juguete y no deben darle a un niño una responsabilidad que no va a asumir, porque ese animal seguramente terminará en la calle cuando ya nadie se quiera hacer cargo de él. Hay gente que compra perros de raza grande y los llevan a vivir a una casa pequeña, luego vienen quejándose de que destruyen muebles, cuando es lógico que un animal saque su energía en lo que pueda si no tiene condiciones óptimas de recreación”, expuso.
La clínica “Pocas Pulgas” y la veterinaria “Mucha leche” están ubicadas en la carretera federal Texmelucan – San Salvador el Verde, en la junta auxiliar Santa Catarina Hueyatzacoalco.
Los citados veterinarios, así como Francisco Javier Barbosa Segura, trabajan de lunes a domingo, ya sea en las instalaciones o en los establos en los que son requeridos.
El dueño del local, Jorge Sánchez, señaló que hasta hace unos años en la región había más producción ganadera y por ende más trabajo en esta rama de la veterinaria, no obstante, todavía hay localidades en donde la crianza de traspatio o los establos demandan de su profesión.
Por lo anterior, dijo que su intención siempre ha sido motivar a que los veterinarios no dejen de especializarse en la producción animal y para apoyarlos ha recibido en su negocio al menos a 50 practicantes de diversas universidades para que desarrollen lo aprendido en las aulas.
“Esta es una profesión muy digna y siempre les digo a los alumnos que llegan a practicar al consultorio que ejerzan con dignidad y le pongan arte y cariño a todo lo que hacen”, concluyó.
También te puede interesar: La CFE anuncia su servicio de internet con 12 paquetes que tienen cobertura nacional
Recibe las mejores noticias diariamente en tu celular. Sólo escribe la palabra “Cadena” a nuestro whatsapp y recibe las mejores actualizaciones de nuestro portal.