Edgar Mereles Ortiz.
“Patricia Arizmendi
quiso ser sincera y
terminó cínica.”
Hermenegildo García.
Ucrania hoy es el símbolo del heroísmo, la resistencia, el amor a la patria y la lucha por la libertad. Pero también es la confirmación de que los países desarrollados y que, según luchan por el equilibrio mundial, no les importa lo que suceda en otras latitudes, mientras sus intereses económicos y políticos nacionales o regionales se mantengan intactos.
La guerra genera muerte, destrucción, familias incompletas, separadas, sometidas; existen pérdidas para las naciones invadidas, su economía se desploma y se genera pobreza, enfermedades y muchas consecuencias mas de desolación. Esta historia la hemos vivido en otras ocasiones, con otros países, actores involucrados y naciones que se han visto beneficiadas.
Siria, Bosnia, Croacia, son botones de muestra cuando los intereses de naciones ricas son ajenos al sufrimiento de las personas. Rusia lo sabe, lo probó en Siria y lo confirmó en Crimea: el mundo le tiene miedo. Xin Jing tiene un acuerdo con Putin de no meterse en lo que no les importa por que no les afecta. Ya pronto veremos como China invadirá Taiwán y no habrá quien diga esta “boca es tuya y mía y tu boca no se equivoca” Dixit, Mario Benedetti.
Lo más dramático es que, en un país como México, que se caracterizaba por su diplomacia serena, pero firme contra todo acto de violencia, se hizo de oídos sordos; López Obrador quiso hacer la “politica del corcho” y flotar, hasta que la embajada norteamericana, verdadera jefa de la politica exterior de la cuatroteología le ordenó que condenara la invasión rusa. Lo peor es la actitud bélica y furibunda de los adoradores de la cuatroté en las redes sociales. Si Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, tuviera a diez fanáticos de Morena, jamás los rusos llegarían a Kiev.
Me da nostalgia ese México unido contra el bloque norteamericano a Cuba, ese pueblo solidario con Vietnam y mentándole la madre a los gringos, esos mexicanos que salimos a las calles para condenar la guerra de las Malvinas y el exceso militar de los ingleses contra la juventud argentina. Extraño las protestas contra la invasión soviética a Afganistán. Hoy el discurso de la división y de la confrontación ha llegado hasta nuestra consciencia y hemos perdido la identidad nacional. Lo más grave es que haya mexicanos que se vean ofendidos por criticar al dictador ruso y piensen que condenar los ataques a Ucrania sean apoyos a la comunidad europea y a los yanquis, nada más lejano que eso.
Pero más grave, aún, la indiferencia, apatía, costumbre ante la violencia en nuestra nación que está igual o peor que los países en conflictos armados; ayer 17 mexicanos fueron fusilados por un grupo del crimen organizado, y dice el inquilino del National Palace que le falta ver para creer. Casi, casi quiere que se reinstale la picota en el zócalo de la Ciudad de México para que ahí la delincuencia realice sus ejecuciones y entonces, solo entonces, López creerá. En Morena no se practica la ceguera en la fe.
Volviendo al tema de Ucrania. Me uno con mis palabras escritas para que el Gobierno Mexicano rompa relaciones comerciales y diplomáticas con el Gobierno de Rusia. Sé de lo que hablo y de las consecuencias que estas medidas, propuestas por millones de mexicanos, pueden generar. No somos ingenuos. También sé que nuestras vidas no dependen del Kremlin o ¿algún militante o simpatizante de este régimen fascista cree lo contrario?
Desde las tierras de la ejecución masiva, Michoacán. 28 de febrero del 2022.