“Si quieres llegar a viejo debes comer conejo”, oh al menos así nos lo habían hecho creer, pero la realidad es un poco mas que un simple platillo, vamos a ahondar en que consiste y qué hábitos o malos hábitos ayudan y afecta para el envejecimiento.
Algunas actividades que muchas personas realizan a diario pueden conducir a un envejecimiento prematuro.
Para mantener un poco más tu juventud es importante saber cuales son estos hábitos y evitarlos.
No beber suficiente agua
Al no tomar agua suficiente, el organismo quedará deshidratado. Los efectos de la deshidratación a largo plazo pueden observarse en la piel del rostro. Además de sequedad, la falta de agua puede hacer que surjan arrugas finas y ojeras, apunta el portal Eatthis.
Para mantener los niveles de hidratación del organismo, las mujeres necesitan unos 2,7 litros y los hombres, unos 3,7 litros de agua al día, según datos del Instituto de Medicina de las Academias Nacionales de Estados Unidos. Aproximadamente el 20% de nuestra ingesta diaria de líquidos proviene de los alimentos, mientras que el 80% restante debe ser consumido a través de bebidas.
Beber demasiado alcohol
El consumo de bebidas alcohólicas en exceso tiene diversos efectos negativos en el cuerpo, siendo uno de ellos el envejecimiento precoz. El alcohol deshidrata la piel y causa inflamación, lo que puede causar enrojecimiento facial, hinchazón y capilares rotos, y terminar haciendo que parezcas mayor de lo que realmente eres.
Una investigación llevada a cabo en 2019 mostró que, entre las mujeres, aquellas que bebían alcohol con frecuencias tenían más “líneas faciales superiores, hinchazón debajo de los ojos, comisuras orales, pérdida de volumen en la mitad de la cara y vasos sanguíneos” que aquellas mujeres que bebían moderadamente o no bebían del todo.
Fumar
Los cigarrillos contienen cientos de toxinas que pueden causar numerosos impactos a la salud de nuestro cuerpo. Una de las consecuencias del tabaquismo es el envejecimiento temprano, ya que fumar hace contraer los vasos sanguíneos y disminuye la circulación de oxígeno y nutrientes en la piel.
Un estudio llevado a cabo con 79 pares de gemelos reveló que los que fumaban más tenían más bolsas debajo de los ojos, arrugas en los labios y papada, si comparados con sus hermanos que fumaban menos o no fumaban del todo.
Consumir demasiada azúcar
Existen dos importantes sustancias en nuestro organismo que ayudan a mantener la piel firme, tersa y con aspecto joven: el colágeno y la elastina. El azúcar, sin embargo, es uno de los principales enemigos de este sistema de soporte de la piel.
Una investigación publicada en la revista Clinical Dermatology —Dermatología Clínica, en español— reveló que el consumo de altos niveles de glucosa y fructosa, hace que se unan a los aminoácidos del colágeno y la elastina, dañandolos e inhibiendo el proceso de reparación natural del organismo.
Dormir poco
El sueño es esencial para mantener la buena salud de nuestro organismo, ya que es un proceso que ayuda al cuerpo a renovarse y repararse. La falta constante de sueño puede terminar reflejada en la piel del rostro.
Una investigación llevada a cabo en 2015 reveló que las mujeres que dormían bien tenían “un envejecimiento cutáneo intrínseco significativamente menor” de aquellas que no tenían suficiente horas diarias de sueño.
Prescindir del uso de protector solar
Tomar demasiado sol puede hacer que la piel se vuelva seca, además de causar quemaduras. Con el tiempo, la exposición constante a la luz ultravioleta puede dañar la piel y provocar cambios a largo plazo, como el aparecimiento de arrugas.
El fotoenvejecimiento, es decir, el envejecimiento prematuro de la piel debido a la exposición al sol, puede ser evitado con el uso constante de protector solar.
Preocuparse demasiado
La preocupación constante y en exceso puede, con el paso del tiempo, envejecernos a nivel celular. El estrés crónico puede acortar nuestros telómeros, explica la Escuela de Medicina de Harvard. Es decir, puede disminuir el tamaño de unas estructuras de nuestras células que contienen información genética. El acortamiento de los telómeros lleva a las células a envejecer y finalmente morir.
Además de envejecer más rápido, las personas con telómeros más cortos tienen más probabilidades de padecer enfermedades graves como el cáncer.